28 abril, 2025 2:25 am
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Aumento en los combustibles, su impacto


El actual gobierno nacional, por decisión política, cambió las reglas de juego sobre el valor del combustible y dejó liberado su precio a la movilidad en los valores del crudo y del dólar.

BLANCO-NEGRO

Sobre el precio del crudo algunas compañías y operadores petroleros dicen que la escalada que en enero de 2018, empujó los precios del crudo sobre los 70 dólares el barril por primera vez en 3 años, tendría más recorrido aún debido a la caída en la producción Venezolana y al apetito de los fondos por materias primas, con lo cual la expectativa es con tendencia a la suba.
Con respecto al Dólar La proyección para el 2018 Argentina hecha por el Banco Central en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), apuestan al precio del dólar promedio para el 2018 cotizando en 20,20 pesos. Y con una mirada más dura, la consultora Economía & Regiones y Rofex anticipa que el precio del dólar 2018 estará en 21,43 pesos, promedio/año.
Con respecto a la producción agropecuaria, se espera que en 2018 los precios agrícolas aumenten debido a la reducción de los suministros, y que el precio de los granos, los aceites y las harinas experimente un leve incremento, siempre y cuando no se cumplan las expectativas de EEUU que intentara sembrar 2,5 millones de hectáreas más que en la campaña anterior, pudiendo llegar a los 120 millones de toneladas,  y de Brasil que aspira a superar los 115 millones de toneladas, si esto ocurre por una cuestión de oferta y demanda, el precio de la soja estará por debajo de los precios actuales. Esto será así, salvo una catástrofe climática en EEUU (sequia durante la floración) puede ser uno de los pocos factores que podrían revertir una eventual tendencia bajista en el mercado si las dos súper cosechas en EEUU y Brasil, no se cumplen.
Los mercados de productos agrícolas básicos están bien abastecidos, y se prevé que en el caso de ciertos granos la relación entre las existencias y su uso (una medida del adecuado abastecimiento de los mercados) registrará valores positivos durante varios años. Lo mismo ocurriría con los productos de las economías regionales y la producción de carnes.
Para la campaña Agrícola 2017-18 ofrecería un valor en tranquera de unos 20.700 millones de dólares, dicho incremento en los combustibles representaría un porcentaje de transferencia del 0,7 por ciento, el costo de combustible tiene doble impacto, por un lado, afecta a los costos productivos y por el otro al costo de fletes de insumos y productos. En definitiva, los aumentos anunciados afectan a toda la cadena productiva.
En Argentina el 80% de la carga se transporta por camiones, por lo que las modificaciones en el valor de los combustibles impacta en los costos de movilizar la carga, algo que se traslada al valor de los productos y, de manera silenciosa, termina impactando en la inflación.
Mientras desde el Gobierno el discurso está centrado en bajar el costo logístico, los operadores y transportistas señalan que la presión que tiene la suba del gasoil va en camino contrario.
Sentándonos de frente al campo para los profesionales y productores del agro, nos resulta muy difícil y complicado a la hora de planificar, ya no alcanzan las metodologías tradicionales, sino que es necesario una perspectiva más amplia y recurrir a modelos económicos – financieros más complejos, claro está que tenemos en cuenta todas las variables para hacerlo pero, la realidad nos supera al punto que mayoristas de combustibles consultados para planificar nuestra actividad nos indican que las expectativas son muy complicadas y, les están planteando revisión semanal de precios.
El último aumento dispuesto para el gasoil, le representa al campo el pago de unos 2.426 millones de pesos adicionales en el consumo de combustibles para mantener la actividad dentro de los campos, que se estima en 1.800 millones de litros en el año.
El impacto que tendrá el encarecimiento que sufriría el costo de producción tanto de granos, en la actividad ganadera y en cualquier actividad regional, producirá una pérdida importante en la rentabilidad, mucho más en el pequeño y mediano productor con pequeñas escalas de producción, pues parece un incremento inocente pero no lo es: es alto, este aumento en los costos y otros pueden ir mellando paulatinamente la rentabilidad del productor.
Por otro lado, en estos momentos la relación dólar/inflación en pesos han licuado la devaluación y la eliminación de las retenciones efectuada por el gobierno en Diciembre del 2015.  Los aumentos de costos que se están dando en la actividad agropecuaria, en cifras absolutas y relativas no tienen antecedentes en la historia mundial de cualquier país productor y exportador de commodities.
Al aumentar sistemáticamente el combustible todas las variables del negocio han tenido un aumento, menos el precio de la soja. El mercado no ha sido la salvación de este brutal desfasaje entre el dólar y la fortaleza del peso, en un escenario de tasas de inflación que hoy está muy lejos de bajar. En el último año el rinde de indiferencia en el cultivo de soja ha tenido un incremento de 500 kg/ha, se trata de un aumento del 18% mientras que el precio de la soja tuvo una caída de 20 u$s/ton equivalente al 8% precio promedio 2017.
Estamos ante un grave problema, que ya está produciendo márgenes negativos en muchas zonas donde la soja por ejemplo, no tenga rendimientos que superen los 30 QQ, y la distancia a los puertos supere los 500 km, el número no cierra, incluso en campos propios, ni que hablar aquellos que han tenido que pagar arrendamientos.
Lo que más me preocupa es la incidencia en las Economías Regionales y sus efectos en la Pymes, está bien que durante muchos años estuvimos en una irrealidad en cuanto a los valores reales, hoy estamos pagando las consecuencias y, de a poco estamos recuperando el sinceramiento en el precio del combustible. Sin embargo, no hay un sinceramiento en los costos del déficit fiscal que es un gran componente en el precio de los combustibles.
Desde el sector agropecuario se han apoyado muchas medidas, se ha apoyado el gradualismo pero no se refleja en la reducción del déficit. Tenemos aumentos constantes, en los servicios, en la energía, en la logística, en los impuestos y en el costo laboral, que no ayudan a contener la inflación. Siendo el más directo el aumento en los combustibles que modifica toda la estructura de costos hasta la góndola que impacta directamente en el consumidor.
Ya pasaron dos años, es hora de empezar a visualizar el futuro, el sector agropecuarios y las economías regionales, poseen variable de muy difícil control como son clima y las incertidumbres de mercados y de precios, por lo cual, el estado debe implementar medidas que sirvan a atenuar el impacto de los fuertes aumentos de los combustible. Pasamos de la aplicaron de retenciones móviles que, si bien favoreció en forma coyuntural a los consumidores, derivó en una caída constante de la producción local del crudo y en un aumento de las importaciones, con el consecuente aumento del gasto público a, la liberación de las variables crudo/dólar para fijar el nuevo precio, mientras tanto las cargas impositivas que poseen los combustibles no se han modificado, ni quitado, que sería una de las medidas para atenuar el deterioro que producen los aumentos, la falta de rentabilidad en el sector, el impacto en el consumidor y en la inflación.
Sin visualizar el futuro no se puede planificar, sin planificar es difícil visualizar el futuro.
Sergio D. Dezorzi, Dirigente UCR, Línea Renovación

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