Cambalache gualeyo
¿Cómo te lo cuento? No se si contártelo como un festival de miserias, como un concurso de perversiones, o como un festival de hipocresías. Ni se por donde empezar. Lo que sí te confirmo es que estaba toda la fauna política local, ninguno quiso quedar fuera de una foto que pinta en toda su dimensión un cambalache gualeyo.
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis, y en el dos mil también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dubles…”.
El reducto elegido para tan célebre romería fue el despacho del intendente, donde, por supuesto, entraron todos, hasta un colectivito de vecinos de Puerto Ruiz con Doña Eva al frente. Y, por supuesto, todos los que sacamos la tan ansiada foto.
“Pero que el siglo veinte es un despliegue de malda’ insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos…”
El Ministro de Planeamiento provincial, fue de los primeros en ubicarse para la postal, mientras Muller, de la Departamental de escuelas, los concejales oficialistas, los de la Unidad Ejecutora Provincial, y algún secretario aguardaban al resto. Por su parte, el Senador De Angeli, acompañado por Morchio, avisaban que la Nación estaba presente.
“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor…”.
Ya la disputa, por lo bajo, se centraba en quien pagaba la obra, si la Provincia o la Nación, mientras directores y ñoquis se entremezclaban en el estrecho recinto, todos arrogándose el logro del camino al Puerto.
“No hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura, y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón…”.
De ese modo, el circo desnudó las faunas de Nación, Provincia y Municipalidad, completando una nutrida tribuna, donde se codeaban la desvergüenza del pasado, circunscripta hoy a la provincia, y el infantilismo del desgobierno. Los Vico y los Rubio, y los Coronoffo y los González, compartían el apretamiento sin chistar.
“Que falta de respeto, que atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. Mezclaos con Stavisky van Don Bosco y la Mignón, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín…”.
Pero faltaban dos figuritas para completar el álbum, las frutillas que engalanarían tan exquisito postre.
“Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y, herida por un sable sin remaches, ves llorar la biblia contra un calefón. Siglo veinte, cambalache, problemático y febril…”.
Contra todo pronóstico, a Erro no le daba la cara para entrar, aunque eso no baste para convencernos de que tiene vergüenza, y esperaba en el hall del palacio municipal. Así fue hasta que el atrevido jefe de prensa del Ministro provincial salió a buscarlo, lo tomó de la mano, y lo introdujo al acto. A pesar de marchar cabizbajo, se notó que estaba un poco colorado. Yo lo vi.
“El que no llora, no mama, y el que no afana es un gil. Dale nomás, dale que vá, que allá en el horno nos vamo a encontrar…”.
Por su parte, muñida de una sonrisa de amianto, y sin detenerse en nimiedades como el permiso, la Diputada Tassistro, ostentando su cargo legislativo, ingresó a la ya amontonada escena.
“No pienses mas, echate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao, que es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, o el que cura, o está fuera de la ley…”.
De ese modo cada uno se ubicó para la foto que testimoniaría la apertura de sobres para el tan ansiado camino a Puerto Ruiz, lo cual, era lejos lo menos importante.
“Siglo veinte, cambalache, problemático y febril…”.
Pero eso no era todo, para coronar una imagen digna de la historia faltaba el pueblo, y el pueblo llegó. La veintena de vecinos, humildes, sencillos, víctimas de la historia, llegaron para compartir la escena con sus verdugos de siempre, quienes, junto a los hoy superhéroes, paladines del nuevo desorden, se abrazaron en aplausos con la apertura de los sobres de Dos Arroyos y Pitón, elocuentes representantes de Gualeguay en los expedientes de Bonadío.
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis, y en el dos mil también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos…”.
En la imagen, digna de un Picasso del segundo milenio, se distinguen claramente, en un incomprensible contexto, la demagogia, la mezquindad, la hipocresia, la desvergüenza, el egoísmo, la miseria.
“No hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualao…”
Afortunadamente, sea como sea, el pueblo, finalmente, después de décadas y décadas, se lleva la tan ansiada obra.
Norman Robson para Gualeguay21