Déjennos ser
La mañana del 30 de julio de 2016, asistimos a un día histórico, el Presidente de la Nación dio su discurso en la tradicional Exposición Rural de Palermo.

Quizás alguno pretenda minimizar el hecho, después de todo qué tiene de extraordinario siendo un país democrático, cuya mayor ventaja comparativa con el resto de los países es la producción agropecuaria.
Sin dudas debería ser lo normal, pero hay ocasiones en que volver a la normalidad se transforma en un hecho histórico. Hacía 14 años que un Presidente de la Nación Argentina no hablaba en la Exposición Rural más importante de su país.
Con este hecho, el día de hoy, finalizan años de destrato y de agravio de algunos gobernantes hacia el sector más dinámico de la economía del país. Años en que el “vamos por todo” resonaba en la cabeza del hombre de campo cuando embretaba una tropa, cuando ponía en marcha un tractor, cuando sacaba cuentas en un escritorio. Ya no se escucharan más frases que buscaban generar odio. Ya no se hablara de “la oligarquía del campo”.
Hace muchos años que la oligarquía no es el campo. Hoy comprobamos lo que sospechábamos, la oligarquía eran los dueños del “modelo”. Oligarquía de “pseudopolíticos” enquistados en el poder que se mantenía sacándole la renta a los que querían producir y comprando votos a cambio de asistencialismo.
Tampoco esta fue “la década ganada”. La habrán ganado esos que usan trajes caros, que viven en Puerto Madero y que mandan millones de dólares fuera del país, o los almacenan en bolsos y criptas. Pero definitivamente no la ganaron los que se levantan bien temprano todos los días a arriesgar lo que tienen contra la sequía y la inundación, contra los soles y las heladas, y que lo que ganan lo reinvierten en el país.
Los productores agropecuarios tampoco presenciaron la “redistribución de la riqueza”. Sí fueron testigos de cómo un ciclo histórico extremadamente favorable se perdió, supieron que sus ganancias eran despilfarradas por quienes se las quitaron y sufrieron por no poder crecer. Ellos saben que la riqueza que genera el campo no debe pasar a manos de un gobernante para comprar votos. La riqueza que genera el campo debe quedar en manos de los productores para que la reinviertan, generando trabajo. Eso sí es redistribución de la riqueza.
Nunca la noche es más oscura que antes de amanecer…
Llegó la hora de la reconstrucción, y para reconstruir hay que tener coraje, y coraje es lo que sobra en el campo. Si los productores no tuvieran coraje no sembrarían el suelo, si no tuvieran coraje no invertirían en hacienda, si no tuvieran coraje no se levantarían cada mañana a producir, arriesgando su capital, poniendo su trabajo para ser el primer eslabón en donde nacerá la riqueza de la patria.
Este país está lleno de ventajas para la producción agropecuaria: tiene su clima, tiene su suelo y también tiene la calidad de sus productores. Sí, los productores agropecuarios argentinos son de primer nivel y necesitan dirigentes que estén a su altura.
Nuestro país es un país agropecuario. Esto no significa atraso, significa que la riqueza de Argentina nace en el campo para continuar en la industria, en el comercio, en la ciencia, en la construcción y, así, beneficiar a toda la sociedad.
Culminó la Exposición Rural del año 2016.
Desfilaron toros bien cepillados y tractores muy lustrosos, tan distintos pero a la vez tan representativos de las haciendas de la pastura, el monte y el pajal, de los fierros del rastrojo y del barbecho.
Se cantó el himno, se oyeron los discursos, flamearon las banderas celeste y blanca, y sólo las banderas celeste y blanca. Para el productor agropecuario nunca nada fue fácil, pero una sensación de paz sobrevoló el aire.
Recuerdo la última frase del discurso que di, en carácter de Presidente de la Sociedad Rural de Gualeguay, en el cierre de la exposición de 2014, “dèjennos ser el campo que podemos ser, y seremos el país que debemos ser”.
Francisco A. Morchio