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Dime con quién andas…


“…Y te diré quién eres.” Uno de los refranes populares que a veces escuchamos. Y algo de razón tiene. Más allá de los compañeros de trabajo o estudio, las personas con quienes libremente compartimos el tiempo, tareas, salidas… expresan mucho de nosotros.

Uno de los motivos por el cual condenaron a Jesús es porque recibía a los pecadores y comía con ellos, por tomar contacto con leprosos, prostitutas y otros considerados como impuros por la sociedad de su tiempo.
Francisco nos enseña que “querer acercarse a Jesús implica hacerse prójimo de los hermanos, porque nada es más agradable al Padre que un signo concreto de misericordia. Por su misma naturaleza, la misericordia se hace visible y tangible en una acción concreta y dinámica” (Mm 16).
Requiere en nosotros la actitud de inclinarse ante quien sufre, como relata Jesús en la Parábola del Buen Samaritano (Lc. 10, 29-37). También capacidad de escucha y compasión, como reclama en la Parábola del pobre Lázaro a la puerta del rico que disfrutaba egoísta de sus banquetes (Lc. 16, 19-31).
Jesús está muy cerca de nosotros, esperando la respuesta del amor. En los pobres, hambrientos, desnudos, enfermos, encarcelados… (cfr. Mt. 25). Los migrantes por razones de pobreza o desastres naturales, los perseguidos por la fe, los niños soldados, los que sufren la guerra, los nuevos esclavos.
El Papa nos ayuda a no quedarnos sólo en la queja y a reconocer que hay muchos gestos de bondad y ternura en todo el mundo. “Existen personas que encarnan realmente la caridad y que llevan continuamente la solidaridad a los más pobres e infelices. Agradezcamos al Señor el don valioso de estas personas que, ante la debilidad de la humanidad herida, son como una invitación para descubrir la alegría de hacerse prójimo.” (Mm 17)
No se trata de hacer “filantropía” con el tiempo que sobra. La cuestión es el compromiso concreto para “tocar la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (EG 24).
Por eso Francisco nos dice que “es el momento de dejar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia” (Mm 18).
En varias Parroquias del país cerca de la mitad de los niños más pobres no van a la catequesis, o la abandonan prematuramente, padeciendo una de las formas más duras de la exclusión.
El compromiso con la búsqueda de las tres “T”, Tierra, Techo y Trabajo, sigue siendo una expresión concreta de la dimensión social de la misericordia. “El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y proyectos no queden sólo en letra muerta. Que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios.” (Mm 19)
Una hermosa manera de sintetizarla: “La cultura de la misericordia se va plasmando con la oración asidua, con la dócil apertura a la acción del Espíritu Santo, la familiaridad con la vida de los santos y la cercanía concreta a los pobres” (Mm 20).
Dentro de un mes, el domingo 19 de noviembre para ser más precisos, tendrá lugar la “Jornada Mundial de los Pobres” convocada por el Papa Francisco. En esta semana que pasó la Conferencia Episcopal dio a conocer un material muy bueno para ayudarnos a revisar nuestra vida y crecer en el amor concreto a los pobres. Te invito a buscarlo y meditarlo. Si seguís este link, lo encontrás: http://www.episcopado.org/portal/actualidad-cea/oficina-de-prensa/item/1554-mensaje-de-los-obispos-argentinos-para-la-celebracion-de-la-jornada-mundial-de-los-pobres.html
Podemos completar el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, con “dime con quién no andas, y también”.
Quisiera que nos unamos como hermanos en oración por el atentado acontecido el 14 de octubre en Somalía, nación castigada por la violencia hace varias décadas, ubicada en la zona conocida como “cuerno de África”. Allí fallecieron más de 300 personas y otras tantas quedaron heridas. Nuestro Papa nos anima en la plegaria: “Imploro la conversión de los violentos y aliento a cuantos, con enormes dificultades, trabajan por la paz en aquella tierra martirizada”.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

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