Esta película ya la vimos
Lo ocurrido ayer en el Congreso de la Nación solo refleja la realidad de la violencia social y política que busca imponerse en nuestro país en contra de un gobierno democrático, lo cual tiene antecedentes similares en el pasado, de los cuales deberíamos aprender.
De 1973 a 1976, la Argentina vivió el período democrático más sangriento de su historia, y esto se lo debió a una banda de inadaptados que, en su afán de una vida fácil, pervirtieron la ideología, justificaron la barbarie, e instalaron el terror en el país.
Fundados en profundos conceptos de la doctrina marxista, comprometidos con la libertad, en contra del capitalismo occidental, y blablablá, los tardíos cultores del Mayo Argentino lideraron el terror a lo largo y a lo ancho de la patria, mientras facturaban en dólares los millonarios secuestros.
Bombas, ejecuciones, tiroteos, e incendios fueron justificados persiguiendo liberar a la Nación de la opresión de la oligarquía liberal, mientras los promotores engordaban sus cuentas secretas en Suiza, y mientras sus soldados, “del pueblo” según ellos, caían por la contraofensiva del Ejército.
En ese contexto, los argentinos fuimos espectadores pasivos de la mayor escalada de terror que tenga conocimiento nuestra historia. Desde nuestras casas, con las luces apagadas, los argentinos pispiamos por nuestras ventanas, apenas corriendo las cortinas, secuestros, asesinatos, desapariciones, y toda clase de violencia, mientras un gobierno democrático se debatía en su inutilidad.
Eran los mocosos imberbes echados por el propio General Perón que, despechados y resentidos, invitaron a los más estúpidos a tomar las armas en contra del propio General y en contra de su mujer después.
Los argentinos buenos, en aquel momento, fuimos fieles y coherentes con nuestra historia de cobardía comodista, y preferimos “hacernos los boludos” y “pasarle la pelota” a las Fuerzas Armadas.
Así nos fue. La historia es conocida: el período no democrático más sangriento de nuestra historia.
O sea, desde 1973, y hasta 1983, en democracia primero y bajo una dictadura después, la Argentina sufrió la violencia, conoció la sangre, sintió la muerte y vivió el odio entre argentinos.
Lo de hoy, más de cuatro décadas después, no es muy diferente, salvo por los celulares y las redes sociales. Como que a esta película ya la vimos. Hoy se repiten los discursos de odio en nombre de valores ideológicos solo para encubrir intereses espurios, aunque antes a la grieta nadie la llamó grieta. Tan así es que hasta algunos apellidos de entonces hoy se repiten.
Lamentablemente, la cobardía comodista de aquel entonces hoy sigue tan vigente como siempre, y al principio del terror lo vimos ayer por tarde por la tele.
El tema es qué vamos a hacer hoy los argentinos buenos frente a este nuevo rebrote de terror: ¿Vamos a hacernos los boludos o nos vamos a hacer cargo?
O sea, creo que hoy los argentinos buenos, si no queremos volver a vivir esa suerte de guerra civil casera de los setentas, debemos dejar de escondernos detrás de nuestros perfiles de las redes sociales y salir a dar la cara, desde el espacio que sea, a defender del terror a la institucionalidad, a la democracia y a la república que votamos.
Si no lo hacemos, no se cual será nuestro destino, pero seguro deberemos seguir escarmentando, hasta que algún día aprendamos de nuestros errores, porque esos encapuchados y esos diputados que vimos ayer en la tele, son todos argentinos. Son todos nuestros, productos de nuestra cobardía comodista ocupando los espacios que nosotros cedimos.
Norman Robson para Gualeguay21