La gran verdad de Cristina
A lo largo de sus dos gobiernos, la ex mandataria supo exteriorizar frases que se hicieron famosas, pero sólo una de esas muchas trascendió cualquier posición política, por más simpática o antipática que esa haya sido.
En un acto en 2011, refiriéndose a los sectores de la sociedad que, constantemente, la criticaban con total dureza, la Presidenta tuvo un sorpresivo rapto democrático. En medio de aquel extenso discurso, dijo: “Si quieren tomar decisiones de gobierno, formen un partido y ganen las elecciones”.
Aquella frase crusó rápidamente todo el país y alcanzó recónditos rincones del mundo, como una clara demostración de chapa democrática de parte de un gobierno populista que solo lo había sido para acceder al poder.
Entre los presentes en aquella selecta platea de aplaudidores estaban todos los que hoy critican, muñidos de rebuscados argumentos, todo lo que hace el Ejecutivo nacional. Condenan, sea lo que sea, sin entender que, lo que deberían hacer, es seguir aquel sabio consejo que tanto le aplaudieron a su entonces presidenta.
Dirigentes de todo tipo, identificados con un abuso de poder en beneficio de unos pocos y en detrimento del bienestar de muchos, celebraron aquella frase y la repitieron en cuanto espacio pudieron, dejando claro el totalitarismo vigente detrás de la fechada democrática.
En aquel momento, los detractores de Cristina pusieron manos a la obra y se encontraron en Cambiemos, formaron un partido, como les dijo ella, ganaron las elecciones de 2015, y hoy toman las decisiones de gobierno que consideran oportunas.
Pero la horda de frustrados sediciosos modernos no entiende de democracias y repúblicas, y, a falta de legítimos argumentos críticos, y cegados por su impotencia en sus pretensiones de recuperar el poder, sólo atina a recurrir al liviano y rebuscado vilipendio carente de cualquier fundamento.
Esa es la realidad de hoy que nos desnuda dos grandes verdades: Por un lado, hay un gobierno que hace lo que cree que debe hacer y lo hace en el marco de un proyecto de país legitimado por el voto popular en 2015 y 2017, mientras que, por el otro, una banda de detractores que no logran ser oposición por su ignorancia política y que exteriorizan su frustración política en camino a su inevitable ocaso.
Lo que no entienden éstos vándalos de la política democrática es que, para competir, antes deben construir política a partir de la militancia de propuestas, pero, cuando fueron poder, no supieron aprovechar la oportunidad y solo aprendieron a saquear cajas en su afán de perpetuarse en el poder.
Es cierto, esto es lo que hay, pero, afortunadamente, el pueblo ya conoce lo que hay y, por lo tanto, el cambio no está comprometido.
Norman Robson para Gualeguay21