11 octubre, 2024 9:28 am
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La provincia, entre dos costas


Entre Ríos aparece dividida en dos grandes zonas: la costa del Paraná y la costa del Uruguay. Una separación que no sólo es geográfica sino sociopolítica, y que hunde su raíz en la historia.

Alguna vez la política entrerriana estuvo preocupada por “integrar las costas”, sugiriéndose con ello la existencia de una fractura social y económica al interior de la provincia, cuya consecuencia más grave es que ha venido marcando desigual estatus de ciudadanía.
Se cuenta que esta asimetría desvelaba, por caso, al dirigente de Gualeguaychú Ricardo “Patín” Irigoyen, quien fuera electo gobernador de Entre Ríos en 1962, pero cuya asunción al cargo fue frustrada por el golpe militar que derrocó al entonces presidente Arturo Frondizi.
En realidad se visualizaba entonces un triple problema. Porque Entre Ríos tiene una “costa” interna que es la del río Gualeguay, tal vez el área más deprimida en término de desarrollo comparado respecto de las otras dos cuencas: la del río Uruguay y la del río Paraná.
En el mapa provincial sobresale un curso de agua interior que virtualmente parte en dos a la geografía entrerriana. Se trata del río Gualeguay que surca la comarca de Francisco Ramírez por el medio, de Norte a Sur, a lo largo de 300 kilómetros en forma casi paralela al meridiano 59.
Siempre fue un límite, una demarcación física contundente que condicionó la organización política del territorio, provocando que la actividad humana de esta región fuera distinta, tuviera diferente ritmo, según se estuviera de uno u otro lado del Gualeguay.
Otro elemento geográfico en la zona centro-norte profundizó la separación: el manto arbóreo conocido como “monte o selva del Montiel”, un medio forestal que dio abrigo y alimento a los desplazados (por ejemplo los aborígenes) por las dinámicas civilizadoras de las dos costas principales.
Se diría que la historia del hombre de esta provincia se enmarcó dentro de estas peculiaridades geográficas, indicadores nunca neutrales o indiferentes cuando hubo que decidir el poblamiento del territorio.
Aún hoy es factible reconocer que la provincia de Entre Ríos sigue siendo pensada o representada en dos grandes regiones, la costa del río Paraná y la costa del río Uruguay, porque es sobre estas dos vías fluviales donde más oportunidades de desarrollo de actividades económicas y progreso se generan y, por ello, donde la gente mayormente confluye para vivir.
Los estudios económicos dan cuenta que el sector más dinámico desde el punto de vista productivo ha sido históricamente la costa del río Uruguay, donde abundan industrias y producciones de peso y donde la innovación de su población ha sido su característica (pensemos por caso que el boom del turismo regional nació en ciudades como Colón y Gualeguaychú).
Un escalón más abajo estaría la costa del río Paraná, donde no obstante la condición de la ciudad de Paraná como capital provincial ha hecho que graviten allí los extraordinarios recursos de la burocracia.
La región centro-norte de Entre Ríos (Feliciano y Federal, por caso) aparece como la más deprimida, incluso con indicadores de involución, en relación con las dinámicas socioeconómicas de los litorales del Uruguay y del Paraná.
De hecho ha sido una constante de las últimas décadas el despoblamiento creciente de los municipios de la zona centro –migración motivada por búsqueda de mayores oportunidades– a favor de las costas litoraleñas.
Una fractura que se remonta a los orígenes
Pero a poco que uno se interna en el pasado de Entre Ríos cae en la cuenta que la división en dos costas está en los orígenes histórico-políticos de la provincia. La profesora Silvia Razzetto, en diálogo con este diario, explicó que en realidad se remonta al período colonial.
“Desde el punto de vista de la organización poblacional que hicieron los españoles, tras su llegada a estas tierras, la costa del Paraná fue dependiente del cabildo de Santa Fe, en tanto que la costa del Uruguay aparece subordinada directamente a las autoridades de Buenos Aires”, explicó.
Según la entrevistada, eso significa que desde el inicio, es decir desde los albores del domino español, nace una neta separación, de fuerte contenido político, en términos de rivalidad y que involucró al fundador de pueblos Tomás de Rocamora.
Una división, dijo, que se prolongará en el transcurso del tiempo durante el período de la conformación del Estado entrerriano. Y que alcanzó su clímax de tensión con ocasión de la disputa por el asiento de la capital de la provincia, que se resolvió finalmente a favor de la costa del Paraná, aunque dejando una estela de rencor y frustración en la costa del Uruguay.
Razzetto recordó que el territorio entrerriano aparece en la historia ligado inicialmente al santafecino, al punto de remontarse a las actas de la ciudad fundada en 1573 por Juan de Garay.
“Cuando se funda Santa Fe de la Vera Cruz, se establece su área de control. Y ese control llegaba, en esta región, hasta los ríos Gualeguay y Nogoyá. Cuando hablamos de control nos referimos a los ‘alcaldes de hermandad’ y a los comisionados que se enviaban para hacer los relevamientos de la situación de las estancias que estaban en la zona”, relató.
Las cosas cambiaron a fines del siglo XVIII, cuando el Cabildo de Buenos Aires empieza a tener injerencia en esta región, a partir de la decisión virreinal de garantizar la frontera norte ante la amenaza lusitana.
“Ahí comienza una dinámica de poblamiento de la zona de la costa del Uruguay. El cabildo de Buenos Aires empieza a otorgar permisos para habitar la región y para hacer uso y control sobre los recursos del lugar (leña, cal, arena, piedras, ganado), todo eso que se necesitaba para el desarrollo de ese cabildo”, explicó Razzetto.
En 1782  el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo aprobó la propuesta de Tomás de Rocamora y reunió en un solo mando político-militar las jurisdicciones de Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay), junto con las de Nogoyá y La Bajada (hoy Paraná), con un jefe residente en Gualeguay.
Así se formalizó el “Partido General de Entre Ríos”, quedando esta región dentro de la intendencia de Buenos Aires. Pero esto introduce una rivalidad con el Cabildo de Santa Fe, que protestó por la inclusión de Nogoyá y La Bajada, las cuales volvieron a la jurisdicción santafecina.
Razones de la rivalidad
Razzetto explicó algunos factores y antecedentes históricos que fueron cimentando la separación entre la costa del Paraná y la costa del Uruguay. Sucintamente son los que siguen:
La cuestión capital: Provincias como Santa Fe, Tucumán o Corrientes organizaron su territorio desde una ciudad que fue cabecera de la antigua colonización. Desde ese centro se fue ampliando el radio de control, incorporándose pueblos y villas a un diseño político e institucional forjado desde esa capital. Por eso cada una de esas provincias lleva el nombre de la ciudad cabecera. No fue ese el caso de Entre Ríos, porque desde su origen una parte del territorio dependió de Santa Fe y otra parte de Buenos Aires. A eso se sumó que aquí los pueblos cultivaron un fuerte localismo, lo que incentivaba disputas entre ellos, algo que se expresó en forma patente con la discusión histórica por la sede de la capital provincial. Detrás de esta discusión subyacía una pelea para determinar por dónde pasaría el eje de poder territorial y político de Entre Ríos, si por la costa del Paraná o la del Uruguay.
El liderazgo de Concepción del Uruguay: La llamada “capital histórica” de Entre Ríos –como ha sido reconocida recientemente– ha vivido como un despojo el hecho de que Paraná le haya arrebatado la condición de capital provincial, según dispuso la Constitución provincial de 1883, y confirmado luego en las posteriores reformas de la Carta Magna. Ocurre que Concepción del Uruguay ya desde la época de Tomás de Rocamora –su fundador– gravitó decididamente en la formación de la entrerrianía. Mientras la zona de la Bajada del Paraná se mantuvo bajo la órbita de Santa Fe, fue Arroyo de la China la comandancia militar más importante alrededor de la cual se articuló el Partido de Entre Ríos, junto a Gualeguay y Gualeguaychú. Cuando estalló la Revolución de Mayo, el primer bando del gobierno patrio fue recibido en esa plaza militar, cuyo comandante general era don José de Urquiza (padre de Justo José). Cuando en 1814 se produjo la creación “formal” de la provincia de Entre Ríos, por disposición del director Gervasio Posadas, se estableció que la Villa de Concepción del Uruguay fuera la capital del nuevo Estado. En tanto en 1820, uno de sus hijos, Francisco Ramírez, la declaró capital de la “República de Entre Ríos”, una construcción política del Supremo Entrerriano que incluía las actuales provincias de Corrientes y Misiones.
La puja con Paraná: Con la derrota del caudillo federal Ramírez, a manos del santafecino Estanislao López, el poder pasa a Paraná. En efecto, el gobernador Lucio N. Mansilla (apoyado por López), dividió en 1822 la provincia en dos grandes sectores: el Departamento Principal Nº1 del Paraná y el Departamento Principal Nº2 del Uruguay. Y entonces la villa de Paraná fue designada capital de toda la provincia, residiendo en ella el gobierno general. El ascenso de Justo José de Urquiza marca otra vez la supremacía de Concepción del Uruguay. Tras la batalla de  Caseros, el hombre fuerte del país es este caudillo oriundo de Concepción del Uruguay, quien emprendió la organización nacional bajo el sistema republicano y federal, con la sanción de la Constitución de 1853. Como Buenos Aires no se integró a la Confederación Argentina, el territorio entrerriano fue federalizado en 1854, convirtiéndose Paraná en sede del gobierno federal, y siendo elegido Urquiza como primer presidente constitucional. Luego, en 1958, se desfederaliza Entre Ríos, pasando Justo José de Urquiza a ser gobernador provincial, y fijando la capital nuevamente en Concepción del Uruguay. En tanto Paraná permanece por un tiempo como capital provisoria de la Confederación. En 1861, por un decreto del gobernador Urquiza, Paraná es reincorporada a la provincia. Por otro lado, no es un dato menor señalar que mientras Urquiza tuvo poder lo ejerció mayormente desde el Palacio San José, su residencia privada situada a pocos kilómetros de Concepción. La muerte del caudillo entrerriano (como antes la de Francisco Ramírez) marcó finalmente la pérdida de hegemonía de Concepción del Uruguay.
Marcelo Lorenzo para El Día

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