Los nadies entrerrianos
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres”, decía Galeano. “Que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte”, decía, y me acuerdo de los entrerrianos de tierra adentro.

“Que llueva a cántaros la buena suerte, pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte”, decía, y veo a mis coprovincianos luchando por acceder a sus derechos más básicos: salud, educación, trabajo, seguridad.
“Por mucho que los nadies la llamen, y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba”, decía el uruguayo, refiriéndose a esa suerte que no debería ser suerte sino derecho.
Él hablaba de “los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada”, de “los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos”, como aquellos pocos votos que rompen sus autos entre huellones para poder ir a laburar, o que deben aprender a nadar antes que a sumar, o que deben parir entre sustos porque no hay cómo salir, o cuyo pedido de auxilio no puede ser escuchado y, si así fuera, sería lo mismo.
Aquellos “que no son, aunque sean”, decía, aquellos “que no son seres humanos, sino recursos humanos”, decía él. “Sino votos”, se me ocurre a mí.
Me duele que esta conmovedora pieza poética de Galeano refleje la realidad de nuestros entrerrianos de tierra adentro.
Me duele que deban depender de que les llueva suerte cuando deberían tener derechos.
Y no les llueven ni suerte ni derechos, solo agua que profundiza los huellones que los excluye, que los expulsa, que los hace no ser aunque sean. Esos huellones que son la otra grieta, la que también preocupa y no ocupa.
Norman Robson para Gualeguay21