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7 noviembre, 2025 1:24 am
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Más allá del arrebato

La noticia, si llegara a serlo, sería que “un masculino arrebató la cartera a septuagenaria y se dio a la fuga”. Nada que no sea ya común. Pero detrás de la noticia siempre hay una historia.

BLANCO-NEGRO

Esto es así si, como dijimos, llega a ser noticia, que solo lo sería si el delincuente fuera atrapado por la Policía, y mucho más si fuera encarcelado por la Justicia.

Días pasados, dos abuelas amigas volvían a sus casas por calle Urquiza. Eran las veinte horas. Volvían de visitar a una de las hijas. Venían contentas. El paseo tenía un significado particularmente  especial.

Caminaban una al lado de la otra. Reviviendo algún momento, compartiendo algún recuerdo. Caminaban por la calle, pues allí no había vereda.

Un jovencito, a bordo de su moto, se detiene junto a ella y las saluda: “Hola. ¿Cómo están?”. Ellas casi le sonríen.

No tuvieron tiempo. Fugazmente, el joven le arrebató la cartera a Olga e intentó seguir viaje. Olga se aferró a la misma con toda su fuerza, y fue arrastrada por el joven y su moto. Rosa pretendió sostener y ayudar a Olga, y también se cayó. La correa de la cartera de cortó y el joven desapareció. 

Las dos abuelas, desparramadas, lastimadas y muertas de miedo, de a poquito, fueron auxiliadas por algunos vecinos. Temblaban, pálidas, la presión, seguro, por las nubes. Rosa apenas atinó a advertir que las dos estaban saliendo de un ACV.

Claro, en ese momento nadie sabía que Rosa y Olga se habían hecho amigas en el CENER, en Galarza, en rehabilitación por haber sufrido un accidente cardiovascular. Es más, ese paseo, esa tarde, era el primero al que se animaban después de ser dadas de alta.

Afortunadamente, los corazones de Rosa y Olga superaron el mal trance y están bien. Desafortunadamente, hoy, el susto revivió el miedo y la angustia, y Rosa y Olga están condenadas nuevamente al encierro. Pánico a salir a la calle o que lo haga alguno de sus seres queridos.

De este modo, el arrebato, fácilmente, podría haberse convertido en arrebato seguido de doble homicidio, culposo, pero homicidio al fin. Todo por el miserable botín de una cartera rota, dos anteojos recetados, un celular de los viejitos, y veinte pesos.

Una vez resguardada la salud de las abuelas en el CEM, los familiares realizaron la denuncia correspondiente. “Es necesario que se sepa”, aseguraron, más allá de que puedan identificarlo o recuperar lo poco robado.

La realidad es que, escondidas detrás de la noticia, hay dos abuelas y sus dos familias impactadas al punto de tener que retomar la recuperación de cada una, con todo lo que esto demanda, y con los riesgos que esto implica. Y conviviendo con la escalofriante consciencia de que podría haber sido mucho peor.

¿Quién puede asegurar que estas abuelas sobrevivirían a otro hecho como este?

Por eso, la noticia de que “un masculino arrebató la cartera a septuagenarias y se dio a la fuga” tiene un más allá, que, de saberse, desnudaría cuestiones de diversa índole.

En este sentido, los vecinos del lugar recuerdan que, poco tiempo atrás, solían tener un policía parado en una de las esquinas. Uno remarcó que si hubieran cámaras podrían identificar al arrebatador. Otro recordó que si hubiera vereda y más luz, no les sería tan fácil. Una vecina destacó que nunca nadie ve nada, tampoco.

Como se puede apreciar, detrás de la noticia siempre hay una historia y, en este caso, la historia habla de la buena fortuna de que no hayamos tenido que lamentar pérdidas irreparables, y de la desafortunada ausencia de policías, de veredas, de luces, de testigos, realidades que confabulan en contra de la seguridad pública.

Norman Robson para Gualeguay21