Responsabilidad: de la expiación al perdón
Cuando los sacrificios se abolieron luego de la destrucción del segundo Templo, los rabinos, que reemplazaron en el liderazgo a los sacerdotes, establecieron la liturgia del Día del Perdón.

Esa migración conceptual que transformó el Día de la Expiación en el Día del Perdón, instala una nueva dimensión en la responsabilidad colectiva del pueblo.
Etimológicamente, Iom Kipur en hebreo significa día de la expiación; sin embargo, el sentido que adquirió en los últimos dos mil años hizo que la etimología y las fuentes bíblicas fueran modificadas a la luz de la interpretación rabínica. A diferencia de la expiación, que anula la culpa cargándola sobre el objeto expiatorio, en este caso: el chivo que se liberaba en el templo, el perdón —en la interpretación rabínica— es una forma de construcción de la memoria por la cual las acciones no quedan anuladas, sino, justamente, asumidas y recordadas en la acción de perdonar.
Esta tarea espiritual del perdón se realiza cada día de nuestras vidas en el ritual de las oraciones, pero hay un día al año en el que, todos como uno, nos presentamos ante Di-s y ante nosotros mismos para hacer del perdón, un antiguo y nuevo pacto. Hacemos memoria, no olvidamos el pasado, perdonamos, somos perdonados y nos perdonamos para poder continuar la vida en un nuevo año. Para que sea nuevo y bueno debemos ofrecerle, en la obra de nuestras propias manos, el bien que deseamos. Transfiramos la milenaria tradición judía a nuestra sociedad argentina.
Hagamos un buen año, lo que significa:
Si quieren un buen año, sean buenos.
Si quieren más amor, den amor.
Si quieren tener prosperidad, con la prosperidad que ya tienen, compartan con los que menos tienen.
Si quieren bendición del cielo, háganla en la tierra; y todo lo bueno se va a multiplicar cuando somos capaces de ofrendarlo del corazón.
Rabino Sergio Bergman