Ser y no parecer es no ser
La gestión Bogdan llega a los 3 años de vida, y enfrenta la campaña, cargando con una imagen de ineficiencia e inoperancia que opaca los aciertos obtenidos a lo largo de su gobierno, y complica el porvenir político de Cambiemos y el de todos los gualeyos.
De acuerdo a lo que se puede apreciar, algunos desórdenes y desprolijidades operativas se impusieron en el consciente colectivo, mientras que la inestable realidad interna se filtra hacia la sociedad dando preocupantes señales que podrían afectar la continuidad del cambio.
La crisis económica, los caprichos de Bogdan, el cuco de Erro, y la tibieza de los funcionarios confabulan para desplegar fantasmas de incertidumbre política, y, como si fuera poco, pretenden culpar de ello a su área de prensa, la cual nunca fue respetada por la propia gestión.
De este modo, desde afuera se perciben los individualismos de la gestión, conjugados con las ignorancias en unos y los ambiciosos antojos en otros, que hacen sospechar una realidad interna del gobierno local donde pareciera primar el egoismo por sobre el bienestar de los vecinos.
Eso provoca en la comunidad la sensación de que, si gobernar les queda grande, el desafío de terminar la gestión consolidando el cambio hacia el futuro les queda enorme, a la vez que se impone la idea de que, en realidad, a ninguno le importa el proyecto político de Cambiemos, mucho menos el futuro político de la sociedad.
Para muchos vecinos, ni Bogdan, ni sus funcionarios, asumieron nunca la responsabilidad política que significa ser parte de un gobierno, mientras que para otros tantos, para Bogdan y compañía esto fue una “aventura de la política”, la cual se termina en el 2019 y que del pueblo sea lo que Dios quiera.
Asi es que la gente tiende a creer que el funcionariado de la gestión Bogdan creen haber cumplido, y haberse ganado el cielo, solo por haber sido funcionarios durante un período de gobierno sin haber robado, y no les importa si, al cabo del mismo, devuelven la ciudad al punto de partida, contribuyendo así al concepto de que “robó pero hizo”.
De esa manera, los gualeyos, volcados casi definitivamente al cambio, ven preocupados un gobierno que se muestra autista, soberbio, necio, e indiferente al futuro propio y el de sus gobernados, y que, encima, alimenta el retorno al poder del más nefasto intendente de la historia gualeya.
A esta situacion se suma el hecho de que ya se ha filtrado que el propio intendente impuso, de forma inconsulta, su candidatura a la reelección, que su hermana le consiente el capricho, que el jefe de gabinete antepone su fidelidad a su responsabilidad política de ser el sucesor, y que entre su séquito ya hay muchos que adelantaron que no lo seguirán, mientras que sí lo harán los interesados en el cargo y sus beneficios, con quienes tendrá que encarar la campaña.
Del mismo modo, en ese contexto, se sabe que la gestión difícilmente llegue a fin de año con el gabinete completo, lo cual impedirá que pueda seguir disimulando ante la ciudadanía gualeya la crisis que atraviesa, a la vez que resentirá de muerte cualquier campaña electoral que pretendan llevar adelante.
Por lo tanto, de no mediar un acto de madurez política y grandeza personal por parte del Presidente Municipal, y quienes lo acompañan, que signifique un golpe de timón hacia un gobierno que sea y parezca lo que la sociedad gualeya pretende y merece, actuando y comunicando de acuerdo a un proyecto de gobierno y a su oferta de continuidad, estarán comprometiendo seriamente el futuro inmediato de Gualeguay.
En definitiva, los yoismos de Bogdan frente a cámaras y micrófonos, y la tibieza de su entorno, indiferentes todos a cualquier conveniencia o estrategia política, desnudan que nunca conformaron un equipo de trabajo con objetivos claros, una realidad que no pudieron solucionar ni Hugo Lesca, ni Casiano Otaegui, ni, mucho menos, Almeida, y proyecta algo muy alejado de lo que los gualeyos claman para el 2019.
Gualeguay desea algo superador de las gestiones anteriores, en especial de la Gestión Erro, ya no solo en decencia, sino, también, en resultados, pero si esta versión local de Cambiemos no lo interpreta y lo defrauda, no sería extraño que el binomio Erro Tassistro vuelva al poder, confirmando las percepciones y los temores actuales.
O sea, si siguen siendo lo que no deben ser, y, encima, siguen pareciendo algo peor, el futuro inmediato no es alentador, confirmando la regla que ser y no parecer es lo mismo que no ser.
Norman Robson para Gualeguay21