Soy Río, un sueño hecho realidad
Si bien reconozco que los documentales no siempre atraen tanto como las películas, también debo reconocer que cada tanto aparece la excepción que confirma la regla. En este caso, Soy Río.

Se ve que, de alguna forma, el olfato gualeyo para las buenas cosas está intacto, pues la convocatoria desbordó la planta baja de la Biblioteca Popular, el lugar elegido para presentar esta factura entrerriana que rescata esa cicatriz que corre por el centro de la provincia, el río Gualeguay.
En este marco, luego de los protocolos correspondientes, la oscuridad y el silencio ganaron la sala dando lugar a una hora y piquito de una emocionante sinfonía audiovisual con el río y la naturaleza como ejes y el hombre y el progreso como contexto.
Unas viejas diapositivas de sol y arena en la costa del Gualeguay abrieron los recuerdos individuales sobre cada uno y el río. Fue la antesala del relato sobre una travesía realizada en octubre pasado, en la cual, durante dos semanas, unos muchachos entrerrianos recorrieron más de 800 kilómetros de río, desde Paso Duarte, en Federal, hasta nuestro Puerto Ruiz.
A partir de ese momento, el espectador se convierte en rehén de Soy Río, preso de un maravilloso concierto de imágenes, sonidos y textos que con mágica armonía hilvana escenas, momentos, cuentos y realidades de gran carga emotiva.
No es para menos, Soy Río, a través de su relato, despliega virtudes muy difíciles de conjugar en un producto audiovisual testimonial: tensión, emoción, placer, todas alineadas para despertar consciencia y disparar el debate.
Soy Río es un producto, o una obra de arte (¿porque no?), que nació del compromiso con la vida de tres “aventureros” y un “director”, quienes se jugaron por el proyecto de poner en valor el Río Gualeguay, no solo como mero recurso natural sino como valioso patrimonio natural y cultural de nuestra provincia.
Apoyada por el Gobierno de Entre Ríos y financiada por el Consejo Federal de Inversiones, Soy Río es un documental romántico que tiene como protagonistas a Nicolás, Martín y Leandro sobre sus kayacs, y al genial Sebastián como director.
La excusa
A lo largo de poco más de una hora, la obra relata, día a día, las dos semanas de travesía, intercalando una fotografía magistral, una música exquisita, letras conmovedoras, e instalando, a través de testimonios, temas que hacen a la tan postergada como urgente revaloración de nuestro río Gualeguay.
La travesía, en sí, es la excusa que usan estos muchachos para plantearle al mundo la realidad de este camino de agua que corre de norte a sur por el medio de la provincia.
Sin tintes políticos ni vicios de ningún tipo, este excelente documental, mientras cuenta la camaradería durante la travesía, rescatando el mate, el fogón, la pesca, el pescado frito, aprovecha la aventura para ir deslizando profundas cuestiones que llevan a replantear lo que estamos haciendo con nuestro río.
Si bien se presenta como un documental sobre el desafío de recorrer a remo más de 800 kilómetros de río, el verdadero desafío es el documental en sí: cautivar al espectador para transmitirle una realidad preocupante, despertar en él la consciencia, provocarle la participación y generarle un compromiso con los patrimonios de nuestro río Gualeguay. Misión cumplida con excelencia.
Fotografía, sonido, música y letras
La superlativa factura del documental merece un capítulo aparte, no solo por el guión, sino por el aprovechamiento integral de los recursos detrás del proyecto planteado.
De este modo, a partir del recurso del recuerdo común con el río, para sensibilizar al espectador, el audiovisual cautiva con imágenes y sonidos de excelente calidad, que logran transportar al espectador hasta el propio río y lo hacen parte misma de la aventura de recorrerlo.
Al mismo tiempo, la música, de adecuada composición, no solo acompaña las sensaciones, sino que las potencia, mientras que la oportuna aparición de Carina y Nardo le imprime un toque artístico preciso que resalta el lado originario del rescate.
Por último, las voces en off se integran cómodamente a la historia enriqueciendo con sus textos la construcción del producto y sumándole un efectivo valor cultural.
En general, todo el contenido audiovisual se presenta exquisitamente entretenido, tanto por su carácter informativo, aportando datos y conceptos, como por lo placentero de las escenas, de los momentos, y de los escenarios.
La temática
A través de una sabia entremezcla de imágenes, de aportes en vivo y en off, y de testimonios de referentes de cada lugar, el relato va desnudando síntomas y diagnósticos de nuestro río con la clara intención de instalar, entre líneas, pero con contundencia, la valoración y preservación del río en toda su dimensión.
De este modo, los contenidos, mientras los tres muchachos van remando por los paradisíacos escenarios del Gualeguay, el documental va planteando los impactos de la deforestación y la siembra directa, el origen de los nuevos regímenes de crecidas, y el costo de la desprotección de los bosques nativos ante el avance de la frontera agrícola.
Al mismo tiempo, y con idéntica sutileza, el trabajo rescata los antecedentes antropológicos de nuestra cultura originaria, y reseña la historia con historias viejas y nuevas, desnudando el divorcio imperante entre el progreso y el río Gualeguay, el cual ha provocado una profunda transformación que no solo desvaloriza, sino que pone en riesgo el valiosos patrimonio natural y cultural que alberga este río.
Para ello, el equipo de dirección y los protagonistas desarrollaron una precisa planificación, realizaron una adecuada inversión en recursos técnicos, seleccionaron de forma exquisita los recursos culturales y los testimonios, y completaron el trabajo con una impecable edición componiendo un relato que logra entretener y cumplir acabadamente el objetivo planteado.
Reconocimientos
Ante todo, se debe reconocer que quienes de una u otra manera gustamos del río Gualeguay, siempre deseamos un producto audiovisual que lo rescate, en riqueza y belleza, desde sus orígenes en el norte entrerriano hasta la boca en el Paraná, sueño que se ve ampliamente satisfecho con este producto.
Del mismo modo, cabe destacar que un producto de esta calidad demanda un trabajo y una inversión de envergadura, razón por la cual no solo se debe destacar la financiación del CFI a un producto del tipo cultural, sino la sabia disposición que hicieron de ese dinero los realizadores, no escatimando recursos en pos de la calidad del producto, lo cual se evidencia en la riqueza audiovisual de la obra.
Por lo tanto, Soy Río no es un producto que solo satisface el sueño de muchos, sino que es un valioso bien cultural producto del profesionalismo, responsabilidad, esfuerzo y pasión de un grupo de entrerrianos que por sus cualidades artísticas permitirá instalar el necesario y urgente debate sobre el futuro de nuestro río Gualeguay.
Mis felicitaciones a Sebastián Ingrassia, Nicolás Bugarín, Martín Traverso, Leandro Taubas, Carina Resnisky, Nardo González, Hugo Spiazzi, Kika Keeneteman, Lico Hausch, Martín Carreño, Jorge Schultheis, Leo Mussi, Alexis Mogni, y, seguramente, tantos otros que, de una u otra forma, aportaron su granito de arena a este proyecto.
Norman Robson para Gualeguay21