Angustiante indignación ante la cruda realidad
Ayer por la noche asistí a la escandalosa sesión del supuestamente Honorable Concejo Deliberante y puedo dar fe de que la democracia, el respeto y la tolerancia son atributos con los cuales el oficialismo está definitivamente divorciado, al igual que lo está de la vergüenza, de la moral y de la ley.
Es vergonzoso el proceder de la presidenta y de los ediles, originales y mutados, todos operando a beneficio de los intereses del Intendente en lugar de atender los intereses del pueblo que representan.
Es inmoral el comportamiento de estos hombres y mujeres ignorando y despreciando a vecinos y colegas que solo intentan demostrar el alevoso error incurrido por el cuerpo legislativo que los cobija.
Es ilegal el accionar del bloque oficialista y de la Presidente violando los reglamentos legítimamente instituidos por las leyes vigentes.
Pero, más que nada, es bochornoso el ausente sentido democrático, el nulo respeto por los vecinos, y la absoluta intolerancia que caracteriza a los personajes que representan al oficialismo en el seno del Concejo Deliberante.
Es sorprendente la desfachatez de estos personajes, otrora flamantes ediles electos en representación del pueblo, a la hora de sostener lo insostenible o de birlar los procedimientos legales a beneficio de sus objetivos.
Al cabo de tan lamentable espectáculo, que duró tediosas y angustiantes dos horas, me pregunto qué piensan estos personajes cuando se miran al espejo, que ven, que aprecian, o si, sencillamente, son conscientes de que el rédito de sus actos justifica cualquier costo.
¿Qué piensan en la intimidad de su interior cuando saben que violan la ley y atentan contra la esencia de los cargos que ostentan?
¿Qué piensan cuando recurren a un grupo de forajidos para que se hagan presentes para imponer su forma de pensar?
Norman Robson para Gualeguay21