Cascos Frios Gualeguay: Algo más que suma alivio al cáncer
La alopecia, o caída del cabello, es un efecto secundario frecuente de la quimioterapia como respuesta a las drogas que dañan las células de las raíces capilares. Como las personas que atraviesan esta situación ven alterado aún más su estado emocional, desde la sociedad han surgido distintas formas de acompañamiento: Grupos de ayuda, pelucas y, ahora, cascos fríos. Éstos son cascos armados con sachets de gel frio-calor que protegen las raíces capilares de los químicos. Por la cantidad necesaria, y su costo, se crean bancos al servicio de quienes los precisen. Al igual que la vecina ciudad de Gualeguaychú, Gualeguay quiere tener el suyo de la mano de un grupo de mujeres.
Ante la necesidad de que Gualeguay cuente con un banco de cascos para que los pacientes tengan acceso a esta alternativa para poder cuidar su cabello, un grupo de mujeres impulsa Cascos Fríos Gualeguay. Se trata de una iniciativa genuina y espontánea que surge de observar que a la mayoría de los pacientes la alopecia les genera un gran impacto emocional.
En ese afán, mujeres de otro grupo, Guerreras y Solidarias, y trabajadoras del Área de Oncología del Hospital San Antonio, todas conocedoras de esa realidad, dieron a luz Cascos Fríos Gualeguay para difundir y enseñar a armar cascos fríos caseros. El objetivo es que los pacientes con diagnóstico de cáncer que realizan tratamientos con quimioterapia puedan evitar la caída del cabello, al igual que lo tiene la ciudad de Gualeguaychú. Es precisamente gracias al contacto con la fundadora de esa iniciativa en aquella ciudad que este grupo de gualeyas adopta la idea, se capacitan, a arrancan en Gualeguay.
Cómo se hacen y cómo se usan
Cabe resaltar que el gel que se utiliza es como aquel que utilizan los deportistas para golpes e inflamaciones, pero en la versión frío-calor, la cual permite ser moldeado incluso a temperaturas por debajo de cero.
Los cascos fríos se arman con cinco sachets del gel mencionado en dos medidas diferentes: tres grandes alineados uno sobre el otro y los dos chicos a los costados. De ese modo, se forma un cubo abierto y se lo afirma con cinta de ambalar, amoldándose a la cabeza del paciente, el cual, por sesión de quimioterapia, necesitaría entre 5 y 8 cascos, ya que éstos deben ser cambiados cada 30 minutos para que no pierdan la efectividad.
Respecto a la efectividad de estos cascos, ésta radica en que la baja temperatura provocada por los mismos produce vasoconstricción en el cuero cabelludo, lo que hace que la droga utilizada en la sesión de quimioterapia llegue lo menos posible a los folículos pilosos y no afecte las células foliculares.
De este modo, se logra reducir entre un 50 a 75 porciento la caída del cabello.
Como no todas las drogas que se utilizan en los tratamientos de quimioterapia producen alopecia, la conveniencia o no de usar estos cascos debe ser indicada con el médico tratante.
El desafío
Lo que éste grupo de mujeres busca con este movimiento es que la comunidad de Gualeguay, primero, es que sepa de las alternativas existentes para acompañar estos procesos y transitarlos de la mejor manera posible, y, luego, encontrar ayuda para lograr comprar geles (unos 40 mil pesos por casco) y un freezer que se ubicaría en el Área de Oncología donde conservar los cascos hasta el momento de su uso.
Más información y contacto en el Instagram del grupo: @guerreras.y.solidarias, @cascosfriosgualeguay
Norman Robson para Gualeguay21