Caso Sifón: Lo que nadie pone sobre la mesa
Días pasados, al cabo de las audiencias del juicio a los matadores de Marcelo Sifón, no solo se habría probado el homicidio, sino que quedó expuesto el modus operandi de las bandas infantojuveniles dedicadas a la droga y al delito común. La Justicia celebró con bombos y platillos el fallo contra los tres imputados, pero nadie escuchó, capaz porque nadie dijo, los detalles sobre cómo opera una banda que regentea niños para iniciarlos en la droga y luego, aprovechando su impunidad legal, los alista en el delito. Una escalofriante realidad que nadie quiere poner sobre la mesa.
Según lo que quedó demostrado en el juicio terminado la semana pasada, el 19 de octubre del 2019, una banda de gurises interceptaron a una jovencita de 14 años en la calle y la obligaron a darles su celular. El padre de la niña, Sifón, ante lo sucedido, tomó su arma y fue en busca de los responsables del hecho. Al igual que todo el barrio Islas Malvinas, él sabía que esos gurises que robaron a su hija estaban alistados en una banda delictiva, y se dirigió hacia el “aguantadero” de los cabecillas.
Habrían pasado minutos de las cinco de la tarde cuando Sifón se presentó frente al “aguantadero” y, arma en mano, exigió a los gritos que le devuelvan el celular de su hija. Como no hubo respuesta, el hombre volvió a su casa, sabiendo que la banda, en algún momento, aparecería por ahí. Así fue que pasó menos de una hora. Antes de las 18:30 horas, una multitud de gurises, liderada por los tres cabecillas armados, apareció por la casa de calle Coronel Hereñú.
“Eran muchos, pero principalmente los que estaban armados eran De Zan, Castaño y Jaime, quienes comenzaron a disparar contra la víctima”, relataron los testigos. A Sifón, primero, una bala le rozó la cabeza, y, luego, uno de los matadores se acercó y lo remató de un disparo en la frente, mientras le decían: “Te re cabió, sos un gato, cagaste”. Todo esto fue registrado por cámaras particulares y de video vigilancia. Poco antes de perder la consciencia, la víctima alcanzó a decir quién lo había ejecutado.
El hecho fue rápidamente esclarecido, y, días pasados, dos años después, en un juicio por jurados, los tres jóvenes, de 20, 24 y 30 años, fueron declarados culpables de asesinar a Sifón. Durante las audiencias, a partir de los testimonios y de las diligencias que venía haciendo la Policía, se deslizó que se trataba de una importante banda delictiva de la ciudad, dedicada a robos, hurtos, entraderas y venta de drogas, que tenía atemorizado a todo el barrio Islas Malvinas, y era dirigida por el padre de uno de los cabecillas desde la cárcel.
Al cabo del juicio, la Justicia celebró la sentencia exagerando las connotaciones del hecho, pero poco y nada se dijo sobre la metodología de esta banda, integrada exclusivamente por menores vulnerables de entre 12 y 16 años, penalmente impunes, utilizados para la comisión de delitos y el narcomenudeo. No se dijo mucho porque la banda, en realidad, no se desbarató en absoluto. Todos esos gurises que perdieron sus cabecillas, al día siguiente ya estaban al servicio de nuevos cabecillas, quienes, a las órdenes del mismo preso, se hicieron cargo del volumen de narcomenudeo abandonado.
O sea que la victoria que tanto celebra la Fiscalía de Taleb y Ramírez Carponi, en realidad, en nada alteró la triste realidad social que vive el barrio Islas Malvinas y la sociedad de Gualeguay, la cual es la misma que viven otros barrios de la periferia. Una realidad que involucra a más de dos mil niños presos de las adicciones y dedicados al delito. Una realidad que aterroriza a las miles de familias que viven en distintos barrios de la periferia. Una realidad similar a la de Rosario hace pocos años atrás.
Sí, Rosario, un final anunciado si no se ataca el consumo infantil de drogas, ya que mientras que no se reduzca el consumo, la demanda, nada disminuirá el tráfico, la oferta, y solo cambiarán las caras, las manos, y los lugares.
Norman Robson para Gualeguay21