De película: El rescate de los novillos robados en las islas
En las Islas de las Lechiguanas, aguas abajo del río Gualeguay, después de su desembocadura en el Paraná, hay varios productores ganaderos, algunos titulares y otros arrendando. Se trata de un archipiélago fluvial de unas 150 mil hectáreas ubicado en el delta de ese gran río, como parte del departamento Gualeguay, donde, mientras no haya creciente, se desarrolla una intensa actividad ganadera. Miles de cabezas allí pastan, y, si bien los ojos del patrón no están allí para engordar las vacas, hay por ellos peones y encargados de cuidarlas, hasta que se le pierde alguna. Pero 73 cabezas suena a mucho para que se pierdan así nomás.
En febrero de este año, en época de creciente y de “lleva y traiga” de hacienda en barco o arreando, a un productor de Gualeguay que tiene su hacienda a orillas del arroyo El Hornillo, al norte de esas islas, se le ausentaron unas 73 cabezas de novillos gordos o casi gordos, de calidad, de entre 500 y 600 kgs, bien señados. Desaparecieron. Los buscaron por cielo y tierra, pero nada. Unos 80 mil dólares en plata salieron del activo de este hombre, un reconocido ex político entrerriano.
Como era de esperarse, las cosas no quedaron así, y, en el más absoluto silencio, comenzó la investigación para averiguar qué había pasado. Así se supo que la propia gente del dueño de los novillos los había cargado en un barco conocido, de un vecino que tiene su hacienda al sur de esas islas, en un establecimiento de unas 5.000 hectáreas. Un reconocido personaje de San Pedro, provincia de Buenos Aires, de apellido cuasi patrio. Cuando se le consultó a este productor señalado al respecto, éste negó rotundamente que eso fuera cierto.
Pasaron los meses, y se pudo confirmar que aquello había sido tal cual habían dicho, así que la investigación implementó una rústica red de averiguaciones en la zona para obtener más detalles, tanto sobre cómo cargaron los animales, como a dónde los habían llevado. Así se supo bien de quién era el barco, cómo y quién entregó la hacienda, quién la “compró”, cuánto la pagó, y, lo más importante, dónde estaban.
Cuestión que habría sido el propio encargado quien le habría vendido los novillos al sanpedrino, a cambio de una bolsa de plata en efectivo, y éste los cargó en su barco hacia su campo. De noche, sin documentos, sin guías, sin nada. Pero lo mejor fue saber que los novillos aún estaban en el campo del sanpedrino.
A la hora de constatar todos estos datos, se descubrió que el encargado infiel tenía un Toyota Corolla cero en la puerta de su casa, así que solo restaba estar seguros de que la hacienda robada estaba en el campo del supuesto comprador. Así fue que un helicóptero, con un escribano, voló hacia las islas. Un vez allá, el notario pudo observar que, efectivamente, había novillos de del damnificado en el campo del sanpedrino.
El operativo
De regreso en Gualeguay, había que ser rápidos, pues la constatación podría haber sido detectada y llevarse la hacienda. Así es que la Fiscalía, a primera hora del lunes, con todas las pruebas a su disposición, actuó de inmediato y dispuso la orden para el operativo.
De ese modo, en horas de la siesta de ese mismo día, una comisión policial de la Brigada Abigeato fue trasladada en helicóptero para allanar el establecimiento, mientras que otra fue por tierra hasta San Pedro. Una vez en el lugar, se tomaron caballos del establecimiento y, durante tres largas jornadas, se recolectó toda la hacienda del campo, unas 400 cabezas, entre las cuales se encontraron 53 con las marcas y señas del denunciante. Frente al resultado positivo del operativo, se procedió al secuestro de los animales identificados.
Mientras se llevaba a cabo este operativo, el propio titular del lugar reconoció que le compró las 73 cabezas al encargado del campo por 560 mil pesos por animal, unos 42 millones de pesos que se los entregó en efectivo, sin mediar ningun tipo de comprobante.
Desenlace
Como resultado de todo esto, el damnificado recuperó gran parte de lo robado, a la vez que se le abre una instancia civil para demandar a los responsables por el resto. Pero, más allá de esto, aún queda completar el proceso penal, tanto contra quien habría vendido lo que no era de él, como contra quien lo compró de una forma absolutamente irregular. Pero allí ya juegan los tiempos e intereses de la justicia local.
Norman Robson para Gualeguay21