Dialogar desde las diferencias
¿Por qué nosotros, que tenemos verdades irreductibles desde la fe, construimos un camino donde nos pudimos sentar a dialogar desde esas diferencias?
El diálogo conlleva dos dimensiones: la primera, de encuentro, de escuchar al otro como otro significativo, como alguien que tiene algo que decir y que valoro porque quiero aprender, más allá de lo políticamente correcto que hoy ya es el diálogo interreligioso.
No se trata de monólogos sucesivos entre las pausas en las que el otro deja de hablar para que yo siga diciendo lo propio frente a lo de los demás, sino de un auténtico intercambio para un enriquecimiento, que no es para el convencimiento, sino para celebrar el hecho de que, sin renunciar a lo de cada uno, podemos afirmar lo que es común como nuestro.
Y la segunda, como un servicio, porque el diálogo irradia por sí mismo, más allá de los contenidos y de los resultados, una disposición energética que llamo espiritual, que no se relaciona con lo dogmático, que si bien no se cancela, se eclipsa; que está presente, pero no se discute.
Rabino Sergio Bergman