12 octubre, 2024 6:23 am
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El culto y la realidad social de los vecinos

Son muchas las distintas religiones que se cultivan en una ciudad, y muchos los aportes que hace cada una, en especial en los sectores más vulnerables. Estos aportes, nunca articulados por el Estado, muchas veces se dispersan, o se duplican, y se terminan desperdiciando. En la crisis de 2001, cuando Concordia la estaba pasando realmente mal, allí crearon la primer oficina de cultos municipal del país, para coordinar, aprovechar y potenciar ese aporte. Una experiencia que es ejemplo.

Rafael Blanco es el responsable de esta ejemplar experiencia. Según cuenta, todo comenzó en los tiempos de De la Rúa y la Alianza, cuando arreciaba la crisis en el país y, en particular, en Concordia. Por entonces, en aquella ciudad, el tejido social de la periferia más vulnerable soportaba y sufría todo el rigor de la crisis, mientras la ebullición social crecía conforme lo hacía la desesperación y la impotencia frente a los records de miseria, pobreza y exclusión social.

Frente a ese desastre, y a pesar de que los ingresos del municipio no alcanzaban para cumplir con los servicios escenciales y pagar los haberes del personal, Blanco entendió que no todo estaba perdido, y se dio cuenta de que entre los cultos había socios estratégicos de la comuna que ayudarían a resolver el problema que atravesaba aquella porción importante de la ciudad.

En este contexto nació la Unidad de Cultos Municipal, creada entonces con la misión, entre otras, de coordinar acciones tendientes a la reconstrucción del tejido social afectado por la profunda crisis. Una de las primeras tareas que encaró Blanco, entonces flamante responsable de ésta área, fue realizar el I° Relevamiento de Instituciones de Culto de la Ciudad de Concordia.

Con los resultados de este trabajo, Blanco confirmó que, en aquel momento, en cada barrio de la ciudad, estaban presentes de forma efectiva distintas instituciones de culto que llevaban a cabo una importante tarea de promoción humana y acción social. Tal era la presencia de los religiosos, y tal su labor social, que contaban con la total aceptación de los vecinos en sus diferentes actividades.

Así fue que, en 2007, se promulgó en Concordia la Ordenanza de Cultos N° 33459, la cual brindó un marco legal a la inscripción de las instituciones religiosas en el Registro Municipal de Cultos. Ésto permitió a la gestión de Blanco no solo generar un ordenamiento de las actividades del sector, sino implementar, junto a las distintas iglesias o centros, la coordinación de acciones que beneficiaran a los barrios o sectores más afectados.

Con esta iniciativa, la Municipalidad de Concordia logró una mayor presencia efectiva en su periferia, sea directamente, sea a través de las instituciones de culto, o sea mediante la llegada de terceros gestionada en conjunto. Hoy, según lo detallado por Blanco, trabajan, en conjunto con la municipalidad, unas 30 parroquias católicas y unos 70 templos cristianos no católicos, entre otros cultos.

Por ejemplo, junto a una de las iglesias, trajeron a la ciudad un importante equipo de médicos y enfermeros del exterior, quienes brindaron atención médica gratuita y proveyeron gratuitamente más de 7 mil pares de lentes recetados y para el cuidado de la vista.

Otro ejemplo fue cuando, en el 2006, se realizó Operación Vida Concordia, una movida realizada en conjunto con Fundación Rey de Reyes, oportunidad en la que llegaron a Concordia 350 voluntarios para repartir 40 toneladas de alimentos entre los barrios más vulnerables. Esto se repitió en el 2016, con atención en salud, vestimenta y ayuda alimentaria, traída esta vez por más de 400 voluntarios.

Por último, al cabo de la extensa charla, Blanco destacó que, si bien es importante el apoyo que hacen en conjunto la Municipalidad y las instituciones religiosas, lo más importante es el aporte de ánimo, de fe, que logran intentar a través de lo puramente espiritual, lo cual es vital para que las familias sobrelleven las crisis que les toca atravesar.

Hoy, a la distancia del tiempo, muchas gestiones levantaron el guante y sumaron las instituciones de culto a la acción social del Estado en los territorios más vulnerados. Y los resultados son extraordinarios.

Norman Robson para Gualeguay21

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