26 marzo, 2025 11:52 am
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El dilema del Estado presente o ausente: El ejemplo uruguayo

Uruguay

En la nueva coyuntura política que atraviesa la Argentina se ha instalado el debate sobre si el Estado debe estar o no presente en la vida de sus ciudadanos. Luego de una historia de gobiernos demasiado inmiscuidos en todo, un nuevo orden propone la desaparición total del Estado. Ahora bien, del otro lado del río Uruguay, hay un país cuya geografía no es muy distinta a la de nuestra provincia, pero la sola presencia del Estado, gobernando activamente la vida de los uruguayos, ha llevado a ese país adelante con éxito. De ello se desprende que un Estado presente es indispensable, pero haciendo lo que debe hacer.

En la otra orilla, cómo en cualquier parte del mundo, han alternado en el poder distintas ideologías políticas, pero, por ejemplo, nunca algún gobierno osó torcer o alterar el eje social y económico que sostiene a esa nación: la actividad agropecuaria. Desde principios del siglo XX, los uruguayos saben que el rol de su país es el de proveer alimentos al mundo, y saben que en ello se apoya el bienestar y desarrollo de todos los orientales. Es por eso que, desde aquel entonces, Uruguay construyó un perfil de proveedor confiable y seguro que hoy es reconocido en todo el mundo.

En ese afán, el país vecino ha adoptado, desde sus orígenes, un perfil ganadero exportador claro y definido, y lo ha sabido mantener a lo largo de las décadas gracias a una presencia activa del Estado gobernando la actividad codo a codo con sus instituciones civiles. Eso le permitió a Uruguay ganar un gran prestigio fundado en la seguridad, la seriedad y la confianza, y eso el mundo lo reconoce abriéndole las puertas a sus productos. Hoy, 114 mercados reciben sus productos.

En otras palabras, a pesar de no contar con las mejores condiciones, al igual que Entre Ríos, el vecino país supo suplir eso con un trabajo conjunto de sus sectores público y privado, y una conducta productiva, industrial y comercial intachable. Así, este ejemplo demuestra a la Argentina, y la provincia, que tanto el privado como el Estado son indispensables para el éxito de sus cadenas.

Los uruguayos entendieron bien que el gobierno debe recrear los escenarios adecuados que exigen las cadenas de valor para desarrollarse y alcanzar los objetivos establecidos, a la vez que debe controlarlas de cerca para garantizar sus valores. Para ello, siempre supieron que es fundamental un Estado presente y activo ordenando, controlando y asegurando los distintos procesos, y asociaciones civiles acompañando y apuntalando todas esas tareas.

Así es que la clase dirigente oriental se ha comprometido desde un principio con los objetivos planteados, y ha nutrido de cuadros al Estado para gobernar esos procesos. Tal es así que, hoy, el Ministro de Agricultura proviene del sector, a la vez que en todas las agencias públicas hay referentes de la actividad, pero todos solo interesados en el éxito del país en general y del sector en particular. En ese orden.

De ese modo, Uruguay, en similares condiciones que Entre Ríos, con similares recursos naturales, es hoy para el mundo un proveedor estable, confiable y seguro de alimentos, con un prestigio superlativo fundado en sus excelentes estándares sanitarios, de inocuidad y de bienestar animal. Solo estableciendo la cuestión agropecuaria como política de Estado, y alineando todas las energías públicas y privadas en el mismo sentido, el país vecino ha logrado convertirse en un ejemplo exitoso de cómo debe funcionar el Estado.

Por último, surge de ésto que, a partir de las semejanzas entre ambos territorios, de las efectivas políticas públicas aplicadas por Uruguay, del desempeño de sus organismos e instituciones, con sus funcionarios y dirigentes, y de las ventajas competitivas de nuestro país y de nuestra provincia, la Argentina debería comprender cuál es el rol del Estado, y Entre Ríos debería replantear el rol de su gremialismo agropecuario, establecer junto al gobierno un nuevo norte, y gestionar, impulsar y promover políticas y objetivos de acuerdo a éste.

Desde la otra orilla muestran que se puede.

Norman Robson para Gualeguay21

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