El turismo como eje del rescate de los patrimonios culturales y naturales
A la vista está que no siempre es interés de los gobiernos el salvaguardo de la naturaleza, ni el fomento de la cultura, y pocos conciben un turismo que vaya más allá de la oferta existente. La gran mayoría desconocen, u olvidan, que la explotación sustentable de los patrimonios naturales y culturales pueden ser argumentos turísticos que generen recursos para preservarlos y protegerlos, a la vez que fortalecen estrategias para consolidar la soberanía. Es por eso que es tan importante incluir el turismo y estos patrimonios en la agenda política.
Para comenzar analicemos la idiosincrasia de nuestra sociedad. Por ejemplo, si nos preguntan por un cacique, enseguida recordamos a Toro Sentado, aquel famoso jefe sioux de las películas de cowboys. Difícilmente alguien recuerde a Calfucurá, aquel cacique mapuche con un papel protagónico en nuestra historia, pues no son muchas las películas sobre gauchos.
Por otro lado, si nos preguntan por animales, los primeros que recordamos son el león, el tigre, el elefante, y la jirafa. Difícilmente alguien se acuerde del viracho, de la nutria, de la vizcacha, o del carpincho. Ahora bien, si le preguntan lo mismo a un australiano, sin dudar recordará al canguro, un canadiense al oso, y un norteamericano al puma.
Esto quiere decir que, por estos pagos, la sociedad no tiene muy presentes nuestros patrimonios culturales y naturales, pues nunca se les fueron inculcados. Eso permitió que su consciencia colectiva fuera contaminada por argumentos ajenos y extraños a lo propio, tal como todos los contenidos de la televisión primero, y ahora internet. Nunca ha sido de interés político el rescate, la protección y la explotación sustentable de los patrimonios culturales y naturales, ni lo ha sido el desarrollo turístico de los territorios más allá de la oferta tradicional.
Ahora bien, si recorremos el mundo y observamos las experiencias exitosas en las cuales éstos patrimonios son aprovechados inteligentemente, y explotados de forma sustentable, observaremos varios ejemplos.
En el caso particular de Estados Unidos, la producción cinematográfica de Hollywood fue, desde un principio, una cuestión de estado. Las películas de la Meca del cine sirvieron no sólo para consolidar la identidad de toda una nación, sino, también, para conquistar culturalmente otras. Sus contenidos reafirmaron la identidad de toda una sociedad, y contagiaron a otras.
Como contra cara, los egipcios nunca se dieron cuenta del valor de sus pirámides hasta que vieron que los ingleses venían en masa a vaciarles sus tesoros, y, tal vez sin quererlo, hoy son millones los turistas que visitan el Nilo y dejan su dinero para mantener todo eso. Del mismo modo, a los caribeños también les pasó algo similar con sus playas, y hoy están al tope de la demanda para vacaciones junto al mar.
En Sudamerica, el complejo de ruinas incaicas alrededor de Machu Pichu encierra valiosos patrimonios naturales y culturales a los que el mundo accedía sin ningún tipo de control. Así fue hasta que quedó en evidencia la degradación que causaba en estos patrimonios la afluencia turística descontrolada. Fue entonces que Perú se vio obligado a organizarse en cuanto a la protección y explotación sustentable del espacio.
No fue distinto lo ocurrido con el Pantanal de Brasil, donde el abuso, el descontrol y el desorden estaban haciendo estragos con el patrimonio natural, lo cual obligó a los brasileros a ordenar estrictamente ese valioso espacio. Hoy, la biodiversidad de esa región está protegida, al grado de que, si alguien atenta contra ella, las fuerzas de seguridad están presentes y actúan con detenciones y multas efectivas.
De todo esto se desprende que muchos gobiernos entendieron bien que, para proteger sus patrimonios, su sociedad tenía que conocerlos, valorarlos y sentirse orgullosos de ellos, ya que esos valores tienen mucho que ver con sus costumbres, con su patria chica, o sea, con su cultura y con su naturaleza. Después, los estados solo arbitraron los medios para ordenar la explotación de forma sustentable a través del turismo. Todo eso hizo que se identificaran como sociedad más que como destino turístico.
En otras palabras, en otras sociedades se tiene mucha más consciencia de lo autóctono, de lo propio, y los estados han desarrollado y ejecutado políticas públicas que protejan, promuevan y potencien esos patrimonios de forma sustentable. Esto les ha permitido no solo alimentar la oferta turística, sino, también, consolidar la identidad del territorio.
Lamentablemente, hay grandes comunidades dueñas de historias y costumbres únicas, habitando extensos territorios riquísimos en paisajes, pero sus autoridades políticas no han sabido, o no han querido, aprovechar esos valiosos patrimonios en beneficio de sus pueblos. En su defecto, algunos prefieren realizar inversiones millonarias en alternativas híbridas que nada tienen que ver con su idiosincrasia, ni contribuyen en nada a la identidad de la sociedad.
Es por todo esto que resulta imperativo y urgente que los futuros gobiernos asuman el desafío de rescatar y resguardar los patrimonios naturales y culturales con las inversiones y políticas públicas necesarias, de forma que éstos puedan ser explotados sustentablemente en favor de sus pueblos.
Norman Robson para Gualeguay21