En honor a la institucionalidad
Quienes no siempre coincidimos con nuestra Presidente de la Nación, nos sumamos hoy al primer aniversario de su segundo y último mandato para celebrar la diversidad de opiniones que nuestra democracia propone.
Los próximos tres años en los que Cristina finalizará sus funciones de titular del Ejecutivo Nacional, no tienen menos desafíos de los que ya lleva asumidos. Asegurar la continuidad de nuestras instituciones como prescribe nuestra Constitución, respetándola como tal; y así como sobre ella juró, evitando perpetuarse, con una reforma mediante, en la eternidad de su propia sucesión. Aquí, todos los argentinos tendremos una coincidencia, y feliz coincidencia: quienes quieren la continuidad del modelo deberán ungir un sucesor; y quienes tenemos una alternativa, proponer una opción.
Al mismo tiempo, como balance de lo logrado, no podemos dejar de recordar la consigna de campaña con la que ganó la primera elección, junto a Cobos, proponiéndonos que “sabemos lo que hace falta y sabemos cómo hacerlo”.
Tenemos tres años para intentarlo, dado que la calidad institucional y las prácticas republicanas prometidas están en la lista de pendientes.
Los logros también deben ser reconocidos, si bien son mérito inicial de Néstor, Cristina está aplicando ciertas buenas medidas pero por medios que son atajos; en lugar de aplicarlos en el respetuoso proceso de las instituciones y el respeto a la división de poderes. La asiganción universal por hijo, la seguridad social a madres embarazadas, las computadoras a los jóvenes estudiantes en Conectar igualdad, el plan de viviendas Procrear, son todas acciones que deben ser valoradas sin omitir que se ejecutan por decreto y no por leyes promugadas por el Congreso. Como así también reconocer que se llevan a cabo a cuenta de utilizar las reservas de la previsión social de nuestros abuelos, a quienes se les niega el 82 % móvil y los juicios ganados y avalados por la Corte Suprema, consumiendo las jubilaciones en asignaciones del Ejecutivo por decreto.
Sin lugar a dudas, las políticas de Estado en materia de Derechos Humanos deben ser asignadas a los saldos positivos, mientras que la cooptación partidaria y la cancelación de la independencia de los movimientos sociales de defensa y militancia de los Derechos Humanos fue una estrategia que debía haberse evitado.
Sin embargo, una visión positiva nos permite anticipar que la economía que el Cristinismo conduce, ya lejos de la brújula que marcaba como norte el Kirchnerismo, con el crecimiento con el que fuimos bendecidos en la última década, una oportunidad desperdiciada por la falta de inversión con inclusion social que trae el desarrollo que no tenemos, nos permitirá terminar de consumir las reservas tanto de fondos, como de matriz energética e inversiones estratégicas; llegando agotados al 2015, pero confiados en que la próxima gestión de la Nación vuelva a poner a la Argentina en el mundo y en el desarrollo; y redima a millones de nuestros hermanos, que como en el 2002 estaban excluidos, y muchos de los cuales siguen en las banquinas del camino o sometidos a la esclavitud prebendaria de los subsidios; viendo cómo los gobernadores de todo signo y bandera partidaria se arrodillan en Buenos Aires ante las arcas de la Nación.
Nosotros no desechamos, y no lo haremos si somos gobierno, los pisos que deja esta administración; con luces y sombras en temas como la AUH, la inclusión digital o la extensión de derechos. Creemos que este gobierno será superado en las urnas y en los hechos por una propuesta posterior al Kirchnerismo, no en términos temporales, sino posterior en términos estructurales; es decir, por una propuesta que incluya lo que se hizo bien, y supere aquello que no.
En el 2015 sabremos agradecer a Cristina todo lo bueno, aprender de lo malo e inscribirla en la memoria y en la historia de nuestra Nación: ella es y será Presidente de todos los argentinos sin distinción.
Sergio Bergman