¿Es posible nacer de nuevo?
En varias ocasiones he escuchado gente decir que si pudiera volver a nacer haría igual tal cosa o cambiaría aquella otra. Alguna vez también se me cruzó esa idea.
No sé vos, pero yo si pudiera evitaría algunas metidas de pata que hice o buscaría haber estado más cerca de diversas personas y situaciones.
Pero más allá de lo que cada uno pueda plantearse como escenarios posiblemente distintos según las propias opciones, en este tiempo estamos llamados a mirar la vida con serenidad y desde otra perspectiva.
La Cuaresma es un tiempo de conversión, de cambio de vida. Pero no como un borrón y cuenta nueva, como si dijéramos “aquí no ha pasado nada”.
Somos invitados a asumir la vida tal cual es, mi vida y tu vida. Y así como es colocarla bajo la mirada amorosa de Dios.
Él cuando me ve mira a su hijo querido. ¿No ve mi pecado? Claro que sí, y más de lo que yo veo. Pero también va más a fondo y mira su huella en lo profundo. No te olvides que nos creó a su imagen y semejanza.
Además, por el Bautismo fuimos configurados con Cristo, hermanos suyos de verdad. El camino de la conversión es posible no por mirar el pecado, sino la gracia. Al ver la obra maravillosa de Dios se llena el pecho de luz y desplaza a las tinieblas.
Pero ese camino no siempre es sereno y apacible. Suele estar rodeado de luchas. Hoy leemos en las misas de este primer domingo de cuaresma el relato del evangelio que nos narra las tentaciones de Jesús en el desierto. Él venció, y en su victoria nos prendemos nosotros.
También reconocemos con dolor y humildad las veces que arrugamos y sucumbimos a la tentación. Bajamos los brazos y nos damos por vencidos.
Jesús nos conoce y ama como nadie en el mundo. Nos comprende, nos ofrece su misericordia y nos abraza.
La Cuaresma es un tiempo de mayor austeridad aún en el estilo de vida. Tradicionalmente se suele ofrecer alguna mortificación o penitencia.
Esta práctica tiene dos sentidos. Por un lado moderar nuestras pasiones y deseos, principalmente las que nos llevan al pecado. Pero por otro lado, buscan restaurar la justicia y la equidad. No entrenamos para un concurso de faquires, sino que buscamos atender y servir a Cristo en la carne de los pobres.
El profeta Isaías nos enseña cuál es el ayuno que le agrada a Dios: “soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos; (…) compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne”. (Is. 58, 6 – 7)
Francisco nos dijo en la predicación del Miércoles de Cenizas: “Vivir plenamente el Bautismo nos ayudará a no acostumbrarnos a las difíciles situaciones de miseria, violencia, pobreza o indiferencia de Dios; son comportamientos no cristianos, son comportamientos cómodos que narcotizan el corazón.
La Cuaresma es un tiempo para reaccionar ante la realidad del mal; para la renovación personal y comunitaria que nos acerca a Dios; para adherirnos confiadamente al Evangelio; para mirar con ojos nuevos a los hermanos y a los más necesitados.
Es un tiempo propicio para convertirnos al amor del prójimo que genera una actitud de gratitud y misericordia con el Señor que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
Por eso renovamos la fe y la confianza diciendo que es posible nacer de nuevo. Dios nos ofrece su gracia para afianzarnos y crecer en la alegría de la fe. Él nos ofrece renovar nuestra relación con el dinero y con los hermanos.
Por eso te aconsejo dos cosas bien concretas para esta Cuaresma. La primera, conseguite una cajita de cartón de tamaño mediano y usala como alcancía. Allí podés ir colocando el fruto económico de las privaciones (por ejemplo, no ponerle carne al tuco, o preparar un postre más sencillo, o no gastar en algo prescindible…), y al final de la Cuaresma podés darlo a Caritas o a algún comedor. La segunda, proponete crecer en la oración (rezar el Vía Crucis los viernes, ir un día más a misa en la semana, seguir por Internet las predicaciones del Papa de todos los días…). Vos fijate en qué comprometerte.
Un saludo a todas las mujeres por su día conmemorado ayer —niñas, jóvenes, mamás, abuelas, trabajadoras dentro o fuera de la casa, amadas o maltratadas, solteras, viudas, felizmente casadas, abandonadas, secuestradas para la explotación laboral o sexual, drogadictas, luchadoras sociales, consagradas…— junto con mi cariño y oración.
El martes 11 se cumplen 8 años de mi servicio como obispo de Gualeguaychú. Doy gracias a Dios por esta tarea hermosa que me encomendó, y me confío en la oración y el cariño de ustedes.
El próximo jueves 13 de marzo se cumple el primer año de la elección del Papa Francisco. ¡Cuántas cosas vividas en un año! En todas las Parroquias y Catedrales habrá misas de acción de gracias. Te invito a sumarte a la que te quede más cerca, y hacer tu propia oración en casa. Recemos por Francisco.
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social