Gran movimiento de tierra para modificar la Costanera local

Desde principios de la gestión de Javier Milei, y su política de incondicional austeridad, la obra pública se ha convertido en un renglón crítico de las gestiones territoriales a lo largo y a lo ancho del país. A raíz de este contexto, son muchas las obras paradas y los proyectos postergados. Ésto hace que las gestiones políticas deban afinar su lápiz y concentrarse exclusivamente en lo más urgente y necesario. Ahora bien, Gualeguay parece estar exenta de esta realidad, y sus deberes todos al día, ya que destina recursos económicos, materiales y humanos a obras no tan urgentes y necesarias. Un gran movimiento de tierra para reformar la Costanera.
La semana pasada se pudo conocer la intención de la Municipalidad de Gualeguay de devolver el Complejo de la Defensa Costera a su conformación inicial, cuando solo se trataba de espigones y arena. La idea es deshacer las modificaciones realizadas con posterioridad a tan importante obra, las cuales, gracias a un segundo terraplén y el llenado de tierra, permitían un mayor aprovechamiento del parque, en parte declarado reserva natural.
Un poco de historia
En 2003, en tiempos de la gestión municipal de Héctor Jaime, se firmó el convenio por el proyecto de la defensa costera para Gualeguay, y el mismo quedó terminado para el 2005, cuando ya era intendente José Jodor. Desde entonces, se extendió el terraplén de la defensa hacia el norte de la obra hasta detrás del hipódromo, y al sur de la misma hasta el supuesto parque industrial.
Luego, al sector entre la defensa y el río, dentro del complejo propiamente dicho, se lo declaró reserva natural, y, entre ambas estaciones de bombeo, se levantó un terraplén extra, dentro del cual, al sur, se hizo un circuito de senderos, y, al norte, una cancha de pesca. Sobre la Costanera, se levantaron un Casino, el segundo, y un Parador. Finalmente, en el medio, a la altura del Casino, se construyó un balneario artificial que nunca funcionó.
Con el tiempo, no solo se abandonó el histórico balneario municipal, sino que el frustrado nuevo balneario se convirtió en una laguna llena de pescados y aves, y, entre ésta y el Casino, quedó una gruesa cancha de arena utilizada para el entrenamiento deportivo. Por último, sus senderos y el terraplén eran usados por deportistas, paseantes, pescadores, vecinos en general y algún turista que se encontrara con ese paraíso por casualidad.
La sorpresa
El lunes de la semana pasada, los habitués de ese hermoso espacio público se encontraron con que la Municipalidad había comenzado a demoler el terraplén, había secado la laguna, eliminado una gran cantidad de peces, cortado el circuito de paseo, y cargado una gran cantidad de tierra. Para ello, la Comuna utilizó, utiliza y utilizará varias horas máquina, varios litros de gasoil, y unas cuantas horas hombre.
Lo que aún no se sabe es cuál es la importancia de todo esto, ni cuál es el sentido, ni si es oportuno en estos momentos. Solo sé sabe que la idea de la Secretaría de Obras Públicas es “limpiar” el complejo de la Defensa Costera o Costanera de todas los agregados ajenos al proyecto original.
En marzo pasado, Gualeguay se inundó por la negligencia de sus autoridades, quienes, a pesar de los tres años de sequía, nunca habían limpiado los canales de desagüe al río, ni habían corregido algo del sistema de escurrimiento pluvial. De este modo, se supone que al dedicar tantos recursos a esta nueva obra, de necesidad incierta, todos los zanjones deben estar limpios y aceitados, al igual que todo el sistema de escurrido, y el sinfín de obras pendientes. Caso contrario, no se entendería cuál es la necesidad, urgencia o importancia de tanto gasto en realizar semejante movimiento de tierra. Salvo que hubiese un interés específico por la tierra.
Lo cierto y concreto es que las obras ya arruinaron una laguna con la biodiversidad que en ella habitaba, y ya anularon el circuito que pasaba por arriba del terraplén que comenzaron a demoler. Tal vez, algún día, el Ejecutivo Municipal informe a sus plebeyos, o kelpers, por qué y para qué destruye eso.
Norman Robson para Gualeguay21