4 octubre, 2024 7:48 am
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Gualeguay: Perspectivas políticas de la ciudad frente a las elecciones 2023

Está terminando enero, el primer mes de este año electoral, y las perspectivas de Gualeguay respecto de su futuro siguen siendo, por lo menos, preocupantes. Un repaso por el pasado y el presente de esta ciudad ponen en duda una salida al desorden y a la postergación a la cual parece haber sido condenada. De todas las alternativas políticas que se barajan, ninguna significa un cambio para los gualeyos, mucho menos una mejora. Todo el espectro político local ofrece más de lo mismo, y nadie parece interesado en gobernar una transformación en beneficio de todos.

La ciudad de Gualeguay lleva décadas postergada, sin inversiones, ni nuevos puestos de trabajo, a la vez que, en la actualidad, el desorden ha crecido exponencialmente, y el acceso a los derechos es cada vez más difícil, mientras las culpas y las excusas abundan. Si bien la situación general ha sido desfavorable, cuando no lo fue, tampoco se aprovechó en ningún aspecto, llevando la ciudad a esta realidad.

Realidad económica

En lo estrictamente económico, los territorios evolucionan según lo hacen su producto bruto interno, el valor de lo que producen; y la balanza comercial, el juego entre el dinero que entra y el que sale del lugar.

En el caso de esta ciudad, el PBI sigue concentrado en las mismas manos de siempre, sin nuevas empresas, mientras que el flujo de efectivo sigue estando comprometido por los casinos y empresas externas que no reinvierten en la plaza, principalmente cadenas de supermercados. Por otro lado, el ingreso de dinero desde los estados nacional y provincial en término de aportes, obras, salarios y subsidios no alcanza a equilibrar la balanza.

De este modo, los sucesivos gobiernos del pasado inmediato de Gualeguay jamás gestionaron o arbitraron estrategias que buscaran incrementar el PBI local, ni inclinar la balanza comercial. Muy por el contrario, habilitaron la radicación de cadenas comerciales, la instalación de otro casino, y ahuyentaron empresas interesadas en radicarse acá. Testimonio de ello es el frustrado parque industrial, que lleva en ese lugar más de una década.

Realidad social

En lo estrictamente social, los territorios evolucionan según lo hacen su orden público, su educación, su salud, su seguridad, su justicia, su ambiente, etcétera. En síntesis, una ciudad crece según lo hace el acceso de toda su ciudadanía a sus derechos.

En el caso de Gualeguay, la convivencia está librada al azar, y todos los servicios son deficientes, haciendo que acceder a cualquier derecho básico sea todo un desafío para cualquier vecino, a la vez que la ausencia del estado está cada vez más naturalizada, comprometiendo seriamente la infancia, la sanidad, la educación, y la seguridad 

Ejemplo de esto es el desorden del tránsito y de la actividad comercial, solo controlados con fines recaudatorios. Otro ejemplo es la desocupación y la dependencia del Estado, ésta explotada por el poder político para su provecho. Otro es la inoperancia de la justicia, indiferente a los flagelos sociales.

Realidad cultural

En lo estrictamente cultural, los territorios evolucionan según lo hacen sus costumbres, su arte y su deporte, conformando así una identidad y un rol regional que los distingue de otros. En síntesis, una ciudad crece según lo hace la identidad de sus ciudadanos con el mismo.

En el caso de Gualeguay, a pesar de ser Capital Provincial de la Cultura, su cultura sufre la indiferencia del poder político, a la vez que sigue siendo rehén de mezquindades internas entre los propios actores. Todo esto provoca una creciente pérdida de identidad y un peligroso desaliento de la producción artística y deportiva.

Esta realidad cultural, sumada a la económica y social, provoca que quienes pueden emigran hacia otros territorios y que no pueden se conformen con su frustración o se hundan en la marginalidad.

Culpas y excusas

Frente a todo este caso, las sucesivas gestiones políticas siempre echaron las mismas culpas y recurrieron a las mismas excusas. Su desinterés e indiferencia siempre fue, y sigue siendo, justificado culpando a otras gestiones o excusándose en carencias también culpa de otros. Si los puentes se caen o los gurises no van a la escuela, es culpa de la Provincia. Si no se radican empresas es porque la Nación no da créditos o porque contaminan. Si hay injusticia, no pueden hacer nada porque no es su jurisdicción. Y, así, la lista de culpas y excusas se hace interminable. 

Síntesis y conclusión

Este ha sido el pasado que precedió a este presente de desorden y postergación que ya fue naturalizado por los gualeyos y hoy ni siquiera los desvela. Un presente que anula cualquier posibilidad de prosperidad y que condena a los vecinos de Gualeguay, que no puedan irse, a la frustración y a la impotencia.

Ahora bien, este año es electoral, y los vecinos tienen la oportunidad de buscar un cambio que redunde en una mejora, pero la oferta política es la misma de siempre, la misma que nunca resolvió la verdadera realidad de Gualeguay. Unos con más modales que los otros, unos con guantes y otros sin disimulo, pero todos con un mismo antecedente: su prosperidad individual contra la desgracia común de todo un pueblo.

Si Gualeguay no renueva su casta política, y la reemplaza por una clase dirigente de calidad, genuinamente comprometida con la ciudad, no habrá futuro digno para nadie. Seguiremos sumidos en el desorden, en la impotencia, en la injusticia, en la impunidad, en la indefención, todos camino a nuestro propio ocaso. Sin nuevos puestos de trabajo, sin tranquilidad, sin pertenencia, y con nuestros hijos y nietos sin futuro.

Si los gualeyos no reaccionan, sea porque creen que de ellos no depende, o porque creen que ellos no pueden, que el último apague la luz, si es que ya no se la cortaron.

Norman Robson para Gualeguay21

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