15 septiembre, 2024 8:59 pm
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Heroísmo al servicio de la comunidad

Fue al mediodia del pasado feriado puente, en pleno confinamiento, así que el tráfico sobre el puente Pellegrini, en el acceso sur a Gualeguay, era esporádico. A pesar de eso, a alguien le llamó la atención la mujer que deambulaba sobre el viejo puente. “¿Qué hacía?”, debe haberse preguntado. Incluso puede haberla reconocido, ya que muchos sabemos de ella. Por fortuna, Dios quiso que alertara a la Policía y su intervención le salvó la vida.

Las aguas del río Gualeguay bajaban como de costumbre y se escurrían entre las ramas amontonadas contra los aún estoicos pilotes del antiguo puente, y seguían en remolinos su rumbo hacia el sur. Pero a la mujer, seguramente inmersa en alguna profunda tormenta enocional, eso no le preocupó. Esa extrema decisión final de terminar con todo ya estaba tomada, así que enfrentó el vacío y se dejó caer en el mismo, tal vez esperanzada en alguna paz prometedora.

Mientras consumaba su desesperada decisión, las sirenas ya se escuchaban. Una patrulla llegaba al acceso al viejo y herrumbrado puente. Detrás, hacían lo propio dos unidades de la Motorizada. Los pocos testigos señalaban hacia el río. La mujer ya estaba en el agua, y empezaba a ser arrastrada por la corriente. Los funcionarios del patrullero miraban impotentes, pero las dos motos giraron ágilmente y bajaron hacia el balneario. Mientras aceleraban y buscaban dónde interceptarla, apenas veían su cabeza asomándose en la superficie. 

A la altura del balneario dejaron sus motos, uno de ellos se quitó los borceguíes, y se lanzó al agua fría sin dudarlo. Era el funcionario Adrián Fiorotto. Su compañero, Leonardo Cogorno, lo acompañó desde la costa. La mujer venía arrastrada aún en la superficie, boca arriba. El patrullero, con los funcionarios Esteban Sunini y Julio Roda también llegó a la costa y se sumó tomando una canoa. Fiorotto la interceptó, aplicó lo aprendido para estos casos, y, de inmediato, comenzó a luchar contra la corriente para llevarla hacia la costa. Sunini y Roda los alcanzaron en la canoa. La cargaron y, así, la sacaron del agua. La mujer, aunque consternada, estaba viva.

Unos pocos testigos veían la heroica acción de rescate. Alguien ya había llamado a la ambulancia. Mientras los oficiales le brindaban contención y primeros auxilios, escucharon la sirena de la ambulancia acercándose. A los pocos minutos, la ambulancia ya entraba al hospital con la mujer rescatada sana y salva. Los oficiales, aunque mojados, estaban satisfechos por lo actuado, ya que no siempre se presenta la oportunidad de demostrar que están preparados para cumplir con sus deberes.

Así, orgullosos, tal vez tiritando de frío, y, seguro, intercambiando alguna que otra cargada, unos montaron sus motos, los otros se subieron a la patrulla, y partieron en busca de cálido reparo, ropa seca y algo caliente. A verlos pasar, nadie podía adivinar que se trataba de héroes, como muchos que pasan anónimos por nuestra vida. Héroes de esos que saben que estar al servicio de la comunidad es su misión. Gracias.

Norman Robson para Gualeguay21

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