Islas entrerrianas que son explotadas por rosarinos
En 1994 Victoria amplió su ejido, y pasó de 109 km2 a 3.760 km2 al haber incorporado a su jurisdicción a las islas del Delta. Esa franja insular está frente a Rosario, y es de esa ciudad desde donde provienen los visitantes que cada verano las convierten en paradores exclusivos. Tan redituable es el negocio que esta temporada los viajes en lancha registran un aumento del 50%.
Están a 15 minutos en lancha desde Rosario; están muy cerca de Rosario, muy lejos de Entre Ríos; el ancho río como mar que separa a Entre Ríos de Santa Fe separa a Victoria de la infinidad de islas que componen el Delta frente a sus costas.
Ese damero de islas que, por ahora, explotan los rosarinos, pero que jurídicamente pertenecen a la provincia.
Las islas corresponden a Victoria, que amplió su ejido para retenerlas bajo su jurisdicción. Originalmente, Victoria tuvo una superficie de 108 kilómetros cuadrados, pero con la incorporación de las islas del Delta a su ejido pasó a contar con una superficie de 3.760 kilómetros cuadrados. Fue a través de la Ley Nº 8.855, sancionada por la Legislatura el 30 de agosto de 1994.
Victoria volvió a ampliar su ejido en 2008: la Ley Nº 9.876 extendió hacia el este la jurisdicción de la Municipalidad de Victoria para incluir la zona del complejo termal Victoria del Agua.
Pero en los hechos no hay un celo estricto sobre las islas, y de todo el ejido por parte de la Municipalidad de Victoria.
Así, en los últimos años, cada verano la zona de las islas de Victoria se constituye en atractivo singular para los rosarinos, que las han adoptado como lugar de veraneo.
Infraestructura no falta: paradores, playas de arena, cabañas y comedores regionales en toda la zona.
No es lo único: las islas se han convertido también en territorio para el desarrollo de explotaciones forestales, apícolas, y agrícolas. Y no todos tributan lo que deben.
No tan así
Víctor Sanzberro, secretario de Hacienda y Gobierno de la Municipalidad de Victoria, asegura que hay tributación en las islas aunque se trata de actividades de temporada, de diciembre a marzo. La tributación corresponde a la tasa por servicios sanitarios, aunque admite que hay un cono de sombras sobre actividades que no son turísticas, como las ganaderas, extractivas, las ictícolas o las agrícolas.
Las islas del Delta -el grueso, desde Diamante hasta Gualeguay, donde el Estado entrerriano posee una extensión de 190 mil hectáreas, de las cuales la mitad ha sido intrusada por particulares- han sido objetivo de una disputa legal y judicial que lejos está de concluir. Esas 190 mil hectáreas se distribuyen del modo siguiente: Diamante, 1.200 Has.; Victoria, 132 mil Has.; Gualeguay, 45 mil Has.; Islas, 7.500 Has.; La Paz, 1.800 Has.; Paraná, 1.000 Has.; y Uruguay 1.500 Has.
En 2009, un dictamen de la Fiscalía de Estado puso blanco sobre negro y tras años de olvido determinó que las islas del Delta son “bienes públicos”, y no “tierras fiscales”, es decir “bienes de dominio público”, y que “los bienes del dominio público no integran el patrimonio de los respectivos Estados, en el sentido de hacienda estatal o fisco, el cual sólo está compuesto de los bienes privados del Estado”. Y por eso mismo están “fuera del comercio”, con dos características esenciales: “inalienabilidad” e “imprescriptibilidad”, es decir que no se pueden vender ni enajenar, y menos aún a manos de un privado.
Pero las transferencias han sido por largo tiempo moneda corriente.
El caso paradigmático es el de la holandesa Bema Agri BV, que adquirió un lote de 10 mil hectáreas en la isla Irupé, y para destinar el lote a la siembra de soja, algo taxativamente prohibido por las normas, construyó un terraplén de 20 kilómetros. La firma tiene un pleito con la Municipalidad de Victoria, que está a resolución del Superior Tribunal de Justicia (STJ).
El fiscal de Estado, Julio Rodríguez Signes, dice que hay un problema de fondo: quién administra las grandes extensiones del Delta. Ese, asegura, es un punto no resuelto por la Provincia, y por eso ocurre lo que ocurre. “Victoria amplió su ejido, e incorporó a las islas a su jurisdicción. Ahora su jurisdicción llega casi hasta el límite con Rosario. Pero es poco probable que pueda ejercer el control, porque la ciudad está muy lejos de las islas. Hay que encontrar un mecanismo y un organismo que haga un efectivo control”, opina.
Cómo controlar Las islas están lejos de Entre Ríos, cerca de Rosario, y Rosario hace lo que mejor le cabe: las explota comercialmente. En septiembre último, los operadores fluviales que transportan pasajeros desde la ribera rosarina hasta las islas anunciaron que este verano el costo del pasaje será un 50% más caro que el año último. Entre 20 y 30 pesos, ida y vuelta.
Los rosarinos ahora saben que de los 12 pesos que se pagaba la última temporada para ir desde el muelle de Costa Alta a la Isla Verde este año habrá que abonar 20 pesos; mientras, de 20 pesos que costaba cruzar al Banquito (y sus distintos paradores) desde la Estación Fluvial, ahora se pasará a 30 pesos.
En las islas hay una industria turística montada. El último verano, beneficiado por la baja del río, el negocio se convirtió en un boom, con una oferta variada en paradores.
Uno es Puerto Pirata, que cuenta con 18 plazas de alojamiento y dispone de instalaciones con agua caliente y ropa de cama en tres cabañas y un bungalow. Están también Isla Verde, Agua Blanca y Club del Este. El primero de esos tres espacios se encuentra en el kilómetro 429, la isla La Invernada y cuenta con 150 metros de playa, restaurante y baños.
Agua Blanca (ubicado en el arroyo Lechiguanas, sobre el Paraná Viejo) cuenta con un reggae playa bar. Allí se pueden realizar cabalgatas guiadas y actividades como pesca recreativa, cacería fotográfica, paseos en bote, avistaje de aves y también posee un bar y un espacio donde comprar comida.
Club del Este (en la isla La Invernada) cuenta con 16 cabañas ecológicas dotadas de energía solar, de las cuales tres de ellas son vip y tienen servicio de aire acondicionado. También están Vladimir, Déjà Vú, Dixon Beach, Punta Arena y Waikiki, paradores con servicios para el verano.
El concejal justicialista de Victoria, José Molla, sostiene que la explotación turística de las islas por parte de los rosarinos ha sido siempre “una cuestión conflictiva”.
“El problema es que los comerciantes se niegan a tributar bajo la excusa que la Municipalidad no brinda ningún servicio o contraprestación para el cobro de la Tasa Comercial”, señala.
No concuerda con esa opinión el abogado Héctor Marchese, asesor legal de la Municipalidad de Victoria. “Todos los paradores que hay pagan la tasa comercial, y se los controla”, afirma.
Pero hay un imponderable: la sección Islas de la Municipalidad tiene un responsable que está en uso de licencia. Hay quienes hablan de vacaciones prolongadas por haber trabajado en una lista opositora a la que finalmente triunfó en las últimas elecciones.
78.781 km.2 Es la superficie total de la provincia de Entre Ríos. De estos, 66.976 son de tierra firme y 11.805 kilómetros cuadrados de islas y tierras anegadizas.
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