¿Vale más prevenir que curar?
Muchas veces hemos escuchado y hemos expresado la frase: “más vale prevenir que curar”, pero realmente, ¿debe ser siempre así?
En la historia de la medicina, tanto humana como veterinaria, se pueden señalar varias etapas. La primera fue la aplicación de la medicina paliativa; la segunda se centró en la práctica de medidas higiénico-sanitarias; la tercera fue la netamente curativa, todas éstas exitosas en lograr sus fines. La etapa actual inclina claramente su tendencia hacia las prestaciones netamente preventivas.
Prevenir significa anticipar y evitar la llegada de algo que ocurriría si no lo evitáramos. Sí, la consigna es anticipar, pero ¿cuándo?, ¿antes que aparezca?, ¿antes que se manifieste clínicamente?, ¿antes que sea muy complejo su tratamiento? Seguramente la respuesta más sencilla y clara es: “antes que sea tarde” y tarde es cuando ya no se puede lograr el objetivo.
Si estamos de acuerdo que “evitar” significa la meta a alcanzar, debemos considerar también con que recursos lo lograremos, sin dejar de tener en cuenta cuáles son los riesgos y el costo económico que implican las acciones preventivas comparadas con los riesgos y el costo económico de lo que se quiere evitar.
Prevenir debe tener en claro los objetivos, los recursos y los tiempos, o sea que prevenir no debe ser peor que dejar venir. Obviamente que esto debe ser así. Las medidas preventivas, cuando están correctamente aplicadas tienen, sin lugar a dudas, un costo económico mucho menor que las acciones correctivas y un beneficio mayor, sobre todo cuando la aparición de una enfermedad no tiene un tratamiento efectivo.
La prevención, en Medicina Veterinaria, debe ser un instrumento útil para lograr una mejor calidad de vida de los pacientes, como así también en la mejoría de los índices productivos y en impedir la posibilidad de la aparición y propagación de las enfermedades zoonóticas.
Además, es necesario considerar que la prevención debe ser no solamente útil, sino que también debe utilizar los recursos económicos de manera eficiente en su aplicación. Si esos recursos se desvían a usos inútiles, no se ha cumplido con el real objetivo de la misma.
La medicina preventiva que se ocupa de evitar que una enfermedad se haga presente, se conoce como “prevención o profilaxis primaria”. La prevención “secundaria” es aquella que trata de evitar que una enfermedad se manifieste clínicamente mediante el diagnóstico o la detección precoz. La prevención “terciaria” es la que trata de evitar complicaciones de enfermedades ya establecidas.
Todas estas acciones previamente enunciadas se hallan encuadradas bajo la denominación de lo que en medicina se denomina “Vigilancia Epidemiológica”, es decir, todas aquellas acciones que tienden a prevenir o a actuar de inmediato con la aplicación de las medidas correspondientes y los elementos necesarios, para “evitar” que una enfermedad se difunda. Si se pusieran en práctica todas aquellas acciones que hacen a la vigilancia epidemiológica, tendríamos la clara imagen de los cambios que propone la medicina actual y la tarea de los Profesionales que la realizan no sólo sería diferente sino que también demandaría una profunda y seria dedicación para lograr esos objetivos.
¿Qué panorama observamos en nuestra provincia respecto a lo que se hace en materia de “vigilancia epidemiológica”? Lamentablemente es muy poco lo que podemos describir respecto a las acciones que se hacen en materia de medicina preventiva. Con profundo pesar vemos como, por decisiones netamente políticas, los llamados “planes sanitarios” se basan exclusivamente en actos de “inoculación” de vacunas y no se contempla aún la posibilidad que el Médico Veterinario lleve adelante “todas” las tareas que comprende la verdadera vigilancia epidemiológica para que, por medio de esta labor integral y efectiva, puedan prevenirse la aparición de enfermedades y no arriesgar el control de las mismas a través de un simple sistema de vacunación.Si hay algo de lo que no quedan dudas es que las acciones de vigilancia epidemiológica son una tarea exclusiva y propia de los Médicos Veterinarios, actividades con incumbencias absolutamente innegables para nuestra profesión, pero que lamentablemente aquellos que tiene la “determinación política” de poner en marcha los verdaderos planes sanitarios, no lo “ven” o no lo tienen en cuenta, tal vez por desconocimiento, por intereses o por “compromisos” que nada tienen que ver con la correcta aplicación de la medicina preventiva que permita la mejora en los niveles productivos y la salud de los animales. Desde luego, la falta de aplicación de estas verdaderas medidas sanitarias se ve reflejada en los pobres índices productivos y reproductivos en los rodeos de nuestra provincia.
Debemos de una vez por todas, tratar de crear una verdadera “cultura de la sanidad”, donde se dejen de lado las intenciones “personales” para que se pueda cumplir con los “legítimos objetivos” sanitarios que arrojen los resultados esperados. Si no se llevan a cabo las correctas acciones que están incluidas dentro de la vigilancia epidemiológica, nos encontraremos con los límites que tiene la prevención y que de ninguna manera permitirán conseguir los beneficios planificados. Sin temor a equivocarnos, afirmamos que uno de esos límites de la prevención que mencionáramos se produce debido a que en nuestra provincia hay muchos “actores” que pretenden realizar tareas propias de los Médicos Veterinarios y que, obviamente, lo hacen desde la inoperancia e incapacidad propia de aquellos que no son Profesionales capacitados para hacerlo.
Por esto creemos que en medicina preventiva la visión deber ser simplemente normal y coherente, donde cada uno de los protagonistas que están involucrados en este sistema sanitario, deben realizar las tareas que son propias de su natural competencia, como es el caso de la vigilancia epidemiológica en manos de los Médicos Veterinarios y que esta responsabilidad no quede a merced de legos improvisados que tratan de “poner en práctica” esta vigilancia simplemente inoculando un inmunógeno para prevenir una enfermedad. La tarea debe ser integral y completa; no basta sólo con vacunar y manejar estadísticas.
La buena vigilancia epidemiológica permite que lo que se pueda hacer como prevención, debe estar basada en la eficacia, en la efectividad, en la utilidad y en la eficiencia. La eficacia se mide en la corrección, normalización o mejora de un índice; la efectividad se traduce en la prevención de una complicación; la utilidad en el logro de una mayor supervivencia, calidad de vida y producción, y la eficiencia es la que tienda a lograr cualquiera de estos beneficios al menor costo posible.
Todo esto, aunque parezca una utopía, somos capaces de hacer los veterinarios, trabajando a diario junto al productor y siguiendo simplemente las normativas vigentes que en materia de sanidad animal dictaminan las autoridades provinciales y nacionales. Es importante mencionar que todas estas acciones deben ir acompañadas de un sincero y honesto interés político, de un total convencimiento que estas actividades son las apropiadas para la real mejora de la sanidad animal, de la continuidad de las mismas en el tiempo y, sobre todo, de mucho sentido común.
Los Médicos Veterinarios estamos preparados y nos seguimos capacitando para acompañar estos deseos de cambio, de un cambio que nos permita sentirnos orgullosos de la tarea realizada en beneficio de toda la población de la provincia mediante las acciones de vigilancia epidemiológica, de educación y aconsejando respecto a la optimización en la utilización de los recursos para un mayor y mejor producción.
Por todo esto, estamos convencidos que realmente ¡ vale más prevenir que curar!
Directorio Colegio Médicos Veterinarios de Entre Ríos