15 mayo, 2025 11:12 pm
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La Fiesta del Asado y la Galleta quedó en deuda

El pasado fin de semana se volvió a realizar, después de la pandemia, nuestra tradicional Fiesta del Asado y la Galleta. Fue la octava edición, y los gualeyos, casi desesperados después de tanta privación, desbordaron la Costanera, tanto el sábado como el domingo. Aunque la convocatoria fue extraordinaria, pocas veces igualada en los 9 años de historia del evento, la oferta lejos quedó de lo que fuera, ni en organización, ni en inversión, ni siquiera en el programa. La fiesta que antes supo colocarnos a la cabeza de las propuestas provinciales, esta vez sufrió una sensible pérdida de calidad.

Así lo dice la historia del evento, la cual puso sobre su escenario, en 2012, a Baglieto y a Vitale, en 2013 a Abel Pintos, en 2014 al Chaqueño Palavecino, en 2015 a la Sole, en 2016 a Los Pericos, en 2017 a Los Tekis, en 2018 a Palito Ortega, y en 2019 a Vilma Palma e Vampiros. A ese prestigioso escenario, este año, subieron Nahuel Pennisi el sábado y la Contra el domingo, prácticamente desconocidos para el pueblo gualeyo, quienes no lograron encender a los presentes, como sí lo hicieron Diego Galván y su gente.

Gran parte de la culpa de que el público no se enfervorizara fue del sonido, débil como nunca, y de la ausencia de pantallas gigantes, recursos que, juntos, llevaban el show en toda su dimensión a toda la superficie de la Costanera. Sin figuras de prestigio, y sin estos recursos, la multitud no logró encenderse como en otras ediciones. Pero esto no empañó ninguna de las dos noches, sino que erigió como vedettes a las cuatro cantinas, a la cual mejor preparada para la ocasión, acompañadas, en total sintonía, por las panaderías y artesanos presentes. A ellas se volcó el público.

En lo que respecta al trámite del espectáculo, hubo algunos momentos que impacientaron al público, como los largos monólogos del locutor, o la reiterada mención de las autoridades posando para la foto con alguna excusa. Pero el colmo fue cuando demoraron el show central por una descabellada conferencia de prensa de los líderes de los conjuntos, momento en que muchos grupos o familias recogieron sus cosas y se fueron.

Tampoco fueron los de antes el servicio sanitario y el estacionamiento, ya que a la gente se le complicó cuando quiso ir al baño, insuficientes y con colas interminables, y al final de la noche, cuando quisieron sacar los autos, estacionados sin nadie que ordenará su ubicación. Aquellos que llegaron sin auto, y quisieron un taxi o un remise, también se vieron complicados. Esto último es un problema que viene ocurriendo seguido en esta ciudad.

En definitiva, la fiesta fue un éxito en términos de gente, pero quedó en deuda con el público, pues la grilla de artistas no fue de la jerarquía de siempre, la puesta en escena no contó con los recursos de siempre, ni la organización fue la de siempre. Solo queda esperar que lo ahorrado en esta edición no le haga perder a la fiesta el prestigio que tanto le costó construir a lo largo de los años.

Norman Robson para Gualeguay21