La riqueza que no se quiere ver
No se quiere o no conviene. Lo cierto es que nuestro río, en la mitad superior de su corto recorrido demarcando el ejido de la ciudad contiene, por lo menos, nueve interesantes potenciales escenarios naturales para un balneario. (Ver Galería)
Ante la decisión política de articular los recursos para que la ciudad goce de un balneario sobre el río, y a pesar de que en los cinco años precedentes el mismo estado abandonó el tradicional balneario municipal de los gualeyos, el gobierno comunal decide arbitrariamente expropiar un lugar que lleva más de una década cerrado.
Como bien dijo Rubattino, la expropiación es una importante herramienta política, aunque no de uso arbitrario y liviano como ella infiere sino que es un recurso que deberá estar sólidamente argumentado por un estudio integral que fundamente su utilización.
Tal es así que en la misma fundamentación del proyecto presentado y aprobado por el oficialismo solicita “que se sancione una ley declarando de utilidad pública sujeto a expropiación cualquier bien que se considere necesario incorporar al patrimonio para cumplir una finalidad de orden público”.
En este sentido, como bien se preguntó el intendente Erro, porqué limitarnos a un solo balneario si podemos tener dos o tres, y como bien le aclaró la joven Coti diciendo que para ir por el tercero hay tener los primeros dos, cabe preguntarnos cuales son los argumentos que convalidarían una medida de estas características, ya que la argumentación se limita a referenciar una demanda turística y un arraigo emocional con el lugar, olvidando la legislación local vigente sobre el tema.
Llama la atención que quienes esgrimen estos argumentos afirmando querer recuperar Paso de Alonso porque “es patrimonio sentimental de varias generaciones que pasamos nuestra infancia y adolescencia en sus playas”, poniendo en valor “la esencia del ser gualeyo”, siendo que este comenzó a funcionar en la década del 70, son los mismos que negligentemente abandonaron el genuino balneario gualeyo, punto de encuentro de generaciones y generaciones desde los inicios del siglo pasado.
También llama la atención que quienes impulsaron este proyecto desconozcan los potenciales balnearios naturales existentes dentro de terrenos fiscales sobre el Gualeguay, dentro del ejido, reconocidos y reservados como tal en la Ordenanza 1904 promulgada el 2 de octubre de 1990 según expediente 161/89.
En la imagen se pueden apreciar nueve sectores de la ciudad, entre los que se encuentran el balneario Municipal, Paso de Alonso, Paso Coronel, y seis arenales que por sus características naturales pueden ser un potencial balneario.
De este modo, y ante la contundencia de los hechos, sopesando realidades como la Constitución Nacional y la Ley de Expropiaciones, en primera instancia, y la actitud demostrada por el Municipio para con el Balneario Municipal, su política turística, la legislación municipal, y la contundente existencia de otras excelentes alternativas, cabe realizarse algunas preguntas…
¿Qué estudios se realizaron para determinar que a la ciudad de Gualeguay le conviene comprar uno de estos nueve lugares y no unos de los otros ocho?
¿Sostienen la intención de expropiar únicamente en argumentos emocionales y una por lo menos dudosa demanda turística?
¿No es caprichoso insistir en invertir en una propiedad siendo que la que poseemos está abandonada?
¿No es más lógico recuperar lo propio que manotear lo ajeno?
¿O es superior, y dominante, la avidez de generar recursos frescos para la próxima temporada?
Realmente es llamativo que el Estado pretenda avanzar en este tipo de expropiaciones cuando las casas del principal referente cultural de la ciudad, Juan L. Ortiz, no son de su pueblo.
Norman Robson para Gualeguay21