Obras sociales: Una realidad que está muy lejos de lo que se cree
La codicia del Estado, del color que sea, siempre fue la enorme caja de las obras sociales nacionales en las manos de la oligarquía sindical. Tan vieja es como lo es el cuento de que las quieren para mejorar el sistema de salud. Se trata de un pozo al que tributan casi 15 millones de salarios trabajadores, estén sanos o enfermos. Un especialista desgranó la situación y desnudó la realidad de un sector que no podrá sobrevivir por mucho tiempo si no se lo corrige, para lo cual no se precisa plata, sino decisión política en el marco de una estrategia sustentable.
“Nadie les pregunta si tienen enfermedades preexistentes, si tienen una persona con discapacidad en el grupo familiar o cuántos hijos tienen”, dijo Luis Scervino, un ex superintendente de Servicios Salud de la Nación y Director del instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social, en un artículo del diario Clarín, y agregó: “Todos están cubiertos con el aporte del titular”.
Scervino explicó en esa nota que se trata de un sistema que primero sufrió la desregulación, por la cual cinco millones de los más jóvenes, más sanos y mejor pagos dejaron la obra social por una prepaga, luego recibió unos dos millones de monotributistas pagando menos que el promedio de los trabajadores, y, después, le aumentaron el fondo solidario de redistribución, pero el Estado se quedó con buena parte de esa plata. Al mismo tiempo, la atención médica creció exponencialmente por las nuevas tecnologías, con tratamientos millonarios por paciente, y el poder adquisitivo experimentó una caída extraordinaria.
Del mismo modo, Scervino también recordó las leyes de “coberturas por enfermedad” que obligan a cubrir cada vez más enfermedades y brindar más prestaciones, sin considerar que eso significa mayores recursos. Tal es así que la discapacidad hoy se lleva el 70 porciento del fondo solidario de redistribución. Como la mayor parte de esa plata va a la educación y al transporte, vienen pidiendo sin éxito que cada cartera las financie.
Por último, luego de remarcar que el Estado nacional no financia las obras sociales, sino que éstas se financian exclusivamente con los aportes y contribuciones de los trabajadores, explicó que no hay forma de sanear el sistema si no se corrigen los aspectos señalados. “Hay una importante cantidad de reformas que necesita el modelo de atención médica actual que pueden hacerse sin plata”, sostuvo, y mencionó la necesidad o conveniencia de tener un modelo de médico de cabecera, de contar con una canasta explícita de servicios sancionada por ley, de detener la judicialización, y de implementar políticas de medicamentos más accesibles.
“Finalmente, me gustaría expresarle al Señor Presidente, que Argentina cuenta con un importante grupo de sanitaristas de reconocida trayectoria, médicos, farmacéuticos y personal de enfermería de excelente calidad, empresarios y prestadores dispuestos a seguir apostando por el país”, le pidió a Milei, y le rogó no dejarlos de lado.
En otras palabras, si no se muta hacia un modelo en que los números cierren, el ya alicaído sector terminará colapsado del todo, quebrarán las obras sociales, y se impondrá un modelo exclusivo de medicina prepaga.
Norman Robson para Gualeguay21