7 octubre, 2024 1:45 am
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Que se cansen y se vayan: La apuesta de la Justicia en el caso Casualde

A catorce días de iniciado el acampe frente al Juzgado de Familia de Gualeguay en reclamo de justicia para tres niños, la Justicia eligió la indiferencia como estrategia, demostrando su absoluto desprecio por los planteos de la familia Casualde. Luego de intensas gestiones con el Defensor de Menores, Dr. Gustavo Piquet, esta semana, el Juez de Familia, Dr. Pablo Guercovich, al reintegrarse de su sorpresiva y oportuna licencia, se avino a quitarle la guarda judicial de los niños a la madre. Sin dudas, la apuesta de la Justicia es al cansancio de la familia paterna.

Un poco de historia

El pasado 24 de octubre, Gualeguay21 dio a conocer a la opinión pública la situación de Juan Causalde, conocido comerciante de Gualeguay, que había sido condenado en el 2021 por unas denuncias de la madre de sus hijos, y de quien entonces era novio de ésta. La nota informó que Casualde habia agotado las instancias de apelación y que ya estaba preso, cumpliendo una pena de un año y diez meses de prisión efectiva por daño y violación de domicilio, por amenazas, y por desobediencia judicial. Del mismo modo, se advirtió sobre la existencia de hechos que probarían su absoluta injusticia.

A partir de esa nota, el 30 de octubre, una multitud de amigos y familiares se manifestaron frente al Juzgado de Familia reclamando por justicia para los chicos de esta pareja, quienes no podían ver a su padre, ni a los tíos y el abuelo paterno, ni siquiera al abuelo materno, desde hacía más de diez meses. Frente a esto, al día siguiente, el Juez Guercovich salió al cruce en los medios locales advirtiendo que ese problema no debía ventilarse.

A la semana, luego de que comenzarán a repetirse los abrazos frente al Juzgado de Guercovich, Gualeguay21 recordó, en una nota, “la historia de amor que terminó con un inocente preso y niños vulnerados”. Al inicio de la misma se adelanta que se trata de una “historia que desnudó una Justicia indiferente al bien y el mal, haragana a la hora de tomar decisiones, e impiadosa respecto de los daños que su proceder ocasionó”. La cronología de los hechos entre una mamá, un papá, y tres niños inocentes. 

Frente a la relevancia que tomaba el caso, y su trascendencia más allá de las fronteras de la ciudad, el 10 de noviembre, contra toda lógica institucional, la corporación judicial de Entre Ríos salió al cruce de los abrazo advirtiendo que no se deben hacer públicas las quejas por sus errores en el cumplimiento de sus deberes. Para estos jueces y demás, quienes se sientan vulnerados deben, en silencio, reclamar por sus derechos a través de esos mismos que los violentaron. 

Días después, la Cámara de Apelaciones de Gualeguaychú, en el marco de una demanda apelada por Juan Casualde de un régimen de comunicación con sus hijos, ordenó al Juzgado de Familia local que resuelva urgente, sin dilaciones, la vinculación de éste con sus hijos. Si bien la resolución de ese Tribunal tuvo en cuenta el interés superior del niño y, en particular, los derechos de éstos, nada cambió en los días siguientes, razón por la cual, el 23 de noviembre, el abuelo paterno, un hombre de 77 años, de salud delicada, acampó frente al Juzgado de Familia.

Frente a ésto, al día siguiente, el Juez de Familia respondió asegurando “que se está trabajando intensamente de modo interdisciplinario, con la actuación de especialistas del equipo del Juzgado (psicóloga, trabajadora social y psiquiatra) para garantizar la integridad psicofísica de los niños”, y se fue de licencia, dejando bien en claro que el caso Causalde no es un tema que lo desvelara. Pero antes, intimó a Casualde, preso, a pagar alimentos, rechazó otro pedido de la familia paterna, y dijo que los niños no quieren tener nada que ver con ellos.

En este contexto, y en el marco de una estrategia para desacreditar a la familia, tuvieron lugar algunos hechos: Primero, el Juzgado pidió custodia policial ante el peligro que significaba el acampe, y, luego, casualmente el abogado de la progenitora de los niños apareció en el Juzgado provocando la ira del abuelo, quien lo habría insultado. De este modo, sumaron una denuncia penal a la estrategia, y el foro local se sumó en contra del legítimo reclamo de la familia, y a favor de la reprochable actitud del Juzgado. 

Las novedades

En ausencia del Juez Guercovich, la familia reclamó ante los jueces subrogantes, que quedaron en su lugar, por todo lo dispuesto por éste antes de desaparecer, e inició gestiones con el Defensor de Menores, el Dr. Gustavo Piquet, con quien se logró avanzar en algunas cuestiones. Todo esto habría obligado a Guercovich a resolver que la guarda judicial de los niños la tenga la abuela materna.

En la misma medida, el Juez dispuso que la mamá no pueda salir de la ciudad con sus hijos, que intervenga la Sepacc con una psicóloga para seguir evaluando la vinculación con la familia paterna, que se evalúe a la mamá para ver si puede cuidar de sus hijos, que se establezca un régimen de comunicación abierto de los niños con el abuelo materno, y que los abuelos maternos celebren una audiencia con personal profesional del Juzgado, el Copnaf, y el Ministerio Público. Pero para la familia paterna nada, solo indiferencia, desprecio, burla.

Conclusión

Al día de hoy, esta parodia propuesta por la Justicia de Gualeguay ha puesto al desnudo el profundo desprecio por la sociedad civil que profesa su cofradía de jueces y demás. Si bien se los ha escuchado, y aún se los escucha, rasgarse las vestiduras por los derechos de los niños, puertas adentro, en la intimidad de sus suntuosos despachos, al amparo de sus jugosos salarios, les importan tres rábanos el presente o el futuro de tres niños en situación de vulnerabilidad. O les importa menos que aquello que la mamá pueda o no hacer o decir.

“Hay que hacer que se cansen y se vayan”, parece que se dicen, unos a otros, al cumplirse mas de un mes de iniciado el reclamo. Y el calor extremo juega para la Justicia.

Norman Robson para Gualeguay21

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