9 febrero, 2025 10:58 am
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Reflexiones e índices sobre las mujeres


Pensar la relación empresa-mujer desde la perspectiva de los derechos de los niños habilita una serie de reflexiones amplias y multidimensionales.

En esta oportunidad,  proponemos poner en foco las dinámicas vinculadas a la crianza y educación de los niños y niñas. Este es el tema que abordaremos en la presente edición de nuestro newsletter,  reconociendo que la agenda (Empresa – mujer) es mucho más amplia.
Un proverbio africano afirma que “Para educar un niño hace falta toda una aldea”. En este marco resulta relevante preguntarnos, cómo desde las empresas que formamos parte de esta aldea apoyamos los procesos educativos de hijos e hijas de nuestras empleadas/os?  ¿En qué medida la empresa facilita y apoya la educación, crianza y desarrollo de los hijos/as de sus empleados? ¿Cuáles son sus obligaciones? ¿Cuáles sus oportunidades? ¿Cuáles las reflexiones acerca de la problemática de género al interior de este debate?
Proponemos entender el cuidado de sus bebés, o la crianza de sus hijos/as como un acto público y colectivo; en contraposición de actos individuales, íntimos y de responsabilidad casi absoluta de la figura materna. Las prácticas de cuidado son obligación de las generaciones adultas vinculadas a alojar a las nuevas generaciones. Pensar esta responsabilidad colectiva tiene su anclaje en cambios profundos de paradigma en referencia al rol de la mujer, a la figura de la paternidad, a las complejidades que entraña en “cuidado” de niños, etc.
Pero también está relacionado con  cambios demográficos educativos, sociales y laborales ocurridos en Argentina que nos obligan a mirar a la mujer integralmente a la luz de nuestra realidad actual.
De acuerdo a los datos procesados por el Observatorio de la Maternidad sobre la base de la EPH 2012, en los principales aglomerados urbanos de la Argentina hay 6.839.955 mujeres en edad fértil –tienen entre 14 y 49 años de edad–, de las cuales:
3.062.740 –el 44,8%– son “madres”: 1.043.755 de ellas tienen hijos/as de 0-3 años y 2.018.985 tienen hijos/as de 4 años y más.
Del total de las madres:
el 48,6% vive en el 30% de los hogares con menores ingresos per cápita familiar.
el 60,6% participa en el mercado de trabajo.
La edad promedio de las madres al tener su primer hijo/a se incrementó levemente en los últimos seis años: de los 24,0 años en 2006 a los 24,4 años en 2014.
Este promedio presenta importantes diferencias cuando se considera el nivel de ingreso per cápita del hogar en el que viven las mujeres: o aquellas que viven en el 30% de los hogares con mayores ingresos retrasaron casi un año la edad de tener su primero hijo/a (de 27,4 años a 28 años), y tienen su primer hijo 5,3 años más tarde que las madres que viven en el 30% de los hogares con menores ingresos: 28,7 años vs. 22,7 años
Ahora bien, tras esta rápida radiografía de la situación de las mujeres nos preguntamos ¿cómo impactan estos avances en relación al acto político y colectivo del “ser madres”, o para ser más específicos en nuestro foco, qué implicancias o retos nos convocan como Empresas comprometidas por la Infancia?
Tal como venimos señalando en números anteriores, se ha legitimado el planteo que las empresas debemos “Respetar y promover los derechos del niño”; esto se plasma en el Principio N° 1 de la Iniciativa “Derechos del Niño y Principios Empresariales”[1], a su vez el Principio N° 3 señala que es obligación de la empresa “Proporcionar un trabajo digno a los jóvenes trabajadores, padres y cuidadores” añadiendo que “…Más allá del cumplimiento de la legislación, la empresa debe prestar una atención especial a las condiciones de trabajo, como: pago de un salario mínimo, duración y flexibilidad de las horas de trabajo, prestaciones para mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, necesidad de permiso por paternidad o baja por maternidad, ayuda al cuidado a distancia de los hijos de los emigrantes y trabajadores temporarios, o facilidades para el acceso a guarderías, cuidado sanitario y educación de buena calidad para los dependientes del trabajador”[2].
Así, señalamos dos premisas básicas para nuestro accionar en materia de Respetar:
1.Continuar atendiendo a la problemática de la equidad de género en la empresa y atender a las desigualdades sociales aún entre las mujeres ya que:
en 2012 participaba del mercado de trabajo el 44,8% de las madres que viven en el 30% de los hogares con menores ingresos y el 88,8% de las madres que viven en el 30% de los hogares con mayores ingresos.
en 2012 estaban ocupadas el 39,5% de las madres que viven en el 30% de los hogares con menos recursos y el 87,6% de las madres que viven en el 30% de los hogares con mayores ingresos.
2.Hacer efectiva y cumplir las legislaciones vigentes: Ley del Cupo Femenino, Derechos Políticos de la Mujer, Protección contra la Violencia Familia, eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, entre otras.
Y a su vez, instrumentar otras acciones e iniciativas para asumir el compromiso de promover los derechos; en este sentido es factible estructurar políticas que articulen iniciativas de apoyo al rol de madre: elaborar y distribuir materiales sobre embarazo, cuadernillos sobre lactancia materna, promoción del derecho al juego y la vida activa, la lectura de cuentos en el hogar incorporando en estos las implicancias para la mujer trabajadora.
También, se puede apoyar la paternidad/maternidad a través de beneficios para madres (también para padres) de niños pequeños, licencias extendidas, políticas de Jornada Reducida por Maternidad, etc.
Las alternativas son múltiples;  de lo que se trata es de asumir a la empresa como parte de una aldea que educa y se compromete con la infancia.
Empresas por la Infancia

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