Reflexiones sobre la democracia 2021
En esta mañana primaveral, todos los medios me recuerdan que hoy es el Día de la Democracia, y recuerdan que en un día como hoy, hace 38 años atrás, Alfonsín juraba como Presidente constitucional después de 7 años de dictadura. Todo bien, y pienso que hoy nadie duda que es la madre de nuestras conquistas, la cual, por nada del mundo, estamos dispuestos a sacrificar. Ahora bien, también pienso que no nos ha ido muy bien, y no me dan muchas ganas de celebrar, sino, más bien, de reflexionar sobre qué hacemos mal. Entonces, los medios me muestran como festejarán los políticos esta fecha, y, entonces, empiezo a entender que a ellos sí les ha ido muy bien.
Hoy, la clase política celebra el Día de la Democracia, y lo hace a lo grande, como lo hacemos los argentinos: con mucho circo. Circo como aquel que hacían los romanos para entretener a su pueblo hambriento, dos mil años atrás. Lo dice la historia. Y todo esto me lleva a preguntarme qué es realmente la democracia. Qué significa y en qué nos beneficia. Entonces googleo, del nuevo verbo googlear, o sea, buscar en Google.
“Término referido para designar a una de las formas de gobierno en que puede ejercerse el poder político del y para el pueblo”, dice uno. “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”, dice otro. “La democracia formal describe al gobierno del pueblo y la sustancial al gobierno para el pueblo”, define también otro. Pueblo acá, pueblo allá, y pueblo en todas las definiciones.
Finalmente una publicación estima que “es una manera de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía”, y agrega que, en sentido estricto, “la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes”.
Frente a estas definiciones, miré el pasado desde aquel día en que fui uno de los que festejó el regreso a la democracia en la Plaza de Mayo, y no encontré mucho de eso que dicen. El poder político nunca, en todos estos años, fue del pueblo, ni, mucho menos, trabajó para él. El pueblo nunca fue soberano, ni nunca pudo controlar a sus gobernantes. El gobierno nunca tuvo en cuenta al pueblo. Esto es lo que encuentro en nuestro pasado. Es más, me permito dudar de que nuestros representantes nos representen. Sino miremos las noticias de los últimos días sobre los diputados electos.
En su defecto, googleando en ese pasado encuentro, década tras década, los mismos políticos de siempre, todos, de uno y otro lado, miembros de una misma cofradía, o casta. Todos captores del poder a lo largo de los años, siempre beneficiándose, sean del color que sean, sea del lado de la calle que estén. Si bien Alfonsín y Menem murieron, sus séquitos sobreviven, y a esa fiesta se sumaron Macri y su séquito. Todos, engrosados y atraídos por la plata fácil, fueron mutando de una u otra manera para mantenerse enquistados en el poder y viviendo del Estado. Claro está que las ideologías en nada los afecta, ya que siempre lograron acomodarlas a sus intereses.
Entonces vuelvo a ver los preparativos para los festejos por la Democracia, y entiendo. ¿Como no van a festejar la democracia después de 38 años de uso y abuso de la misma en su provecho particular y a costas del pueblo? Con la democracia se come, se cura y se estudia, les dijo Alfonsín, y ellos descubrieron que también se veranea en el Caribe, se compran autos de alta gama y pisos en Belgrano, y se abren suculentas cuentas en Suiza, Uruguay o las Caimán. ¿Como no van a festejar?
En todos estos años, desde 1983 para acá, la democracia fue el medio por el cual toda una clase política, y sus dinastías, explotaron, o exprimieron, las riquezas del país, y, encima, lo hicieron siempre en nombre del pueblo. En casi cuatro décadas, todo un universo de personajes se enriquecieron a más no poder, pero llevaron el país a niveles de retraso, y pobreza, y deseducación, e inseguridad, sin precedentes en la historia nacional, siempre en la cara de un pueblo en silencio. Hasta hubo jardineros convertidos en millonarios. ¿Como no van a festejar?
Desde la Coordinadora hasta la Cámpora, desde Ubaldini hasta los Moyano, desde Soledad Morales hasta Sebastián Maldonado, pasando por el Plan Austral, las privatizaciones, el 2001, el Proyecto Nacional y Popular, el Pacto con Irán, el Cambio, y todos los escándalos de cada caso, nada fue distinto, y todos fueron lo mismo. Desde siempre los tres poderes de la democracia trabajaron por un mismo interés: el de ellos, y sí que les va bien. ¿Como no van a festejar?
Ahora bien, después de repasar todo esto, y a pesar de los resultados, no me quedan dudas de que el problema no es la democracia, en absoluto. La democracia, junto a la República, hacen al sistema de gobierno que elegimos como Nación, y son la mejor forma de ordenar y administrar la convivencia en una sociedad. Acá el único problema es que la dejamos en las manos equivocadas, las manos que quieren convencernos de que es esta democracia o la dictadura. No. Hay una democracia que podemos construir con nuestro compromiso y participación, respetuosa de la República, que podría sacarnos de este poso al que nos condenaron generaciones de corruptos y vividores disfrazados de políticos.
Entonces vuelvo a aquella Plaza de Mayo con Alfonsín asumiendo. Vuelvo a escucharlo. Vuelvo a escucharme. Vuelvo a recordarme enfervorizado, ilusionado, esperanzado, y no puedo evitar confesarme, casi en voz alta: “¡Pero qué pelotudo!”. Tanto que aún creo en esa democracia posible, libre de parásitos, plena de respeto, compromiso y activa participación de los buenos.
Norman Robson para Gualeguay2