11 febrero, 2025 11:45 am
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Relatos de Monseñor Lozano desde Roma

El obispo de Gualeguaychú, Monseñor Jorge Lozano, está participando en el Vaticano, junto a otros tres obispos argentinos, del Sínodo de Obispos sobre el tema “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, y relata para nosotros, desde Roma, algunos relatos sobre la experiencia que está viviendo.

Viernes 5

 

 

 

Llegué a Roma por la mañana. La mayoría de los que participamos del Sínodo nos distribuimos para alojarnos en tres lugares. Son residencias sacerdotes que están previstas para estas circunstancias: Sínodos, Visitas ad Limina, reuniones de sacerdotes o de obispos. Tienen entre 100 y 200 habitaciones cada una, tres o  cuatro capillas, comedor, sala de reuniones.

La casa donde nos hospedamos tres Obispos argentinos fue refaccionada en tiempos del Papa Pablo VI y lleva su nombre. Está ubicada en el centro histórico de Roma.

La habitación que me asignaron esta en el 5º piso —el último—, es luminosa y tiene una linda vista hacia el Vaticano, del cual estaremos a unas 20 cuadras.

Antes de almorzar me dediqué a desarmar el equipaje, guardar la ropa, averiguar cuestiones operativas: agua caliente para el mate, ubicación y horario del comedor, etc. El cuarto tiene todo lo necesario: cama, escritorio, placard y una pequeña biblioteca. De la Secretaria del Sínodo nos dejaron para cada uno de los participantes, un pequeño portafolio que contiene un par de libros a utilizar durante las sesiones, la lista de todos los participantes: 370 en total.

Todo se va preparando. Nos vamos conociendo con algunos, nos presentamos y saludamos. Compartimos qué hacemos, las diócesis y el país, expectativas… Todo ayuda disponer el corazón. 

Sábado 6

Me levanté temprano, recé un rato, tomé unos mates y salí para la Terminal. A las 7:45 hs. salía el tren para Asís. Me espera un viaje de poco más de dos horas. El día previo al comienzo del Sínodo quiero dedicar unas horas a un momento de Retiro espiritual.

En este lugar rezo especialmente por las parroquias y las capillas dedicadas a San Francisco, las Comunidades Religiosas que enriquecen la vida de la Iglesia con su carisma. También pido por quienes atienden a los más pobres: voluntarios de Cáritas, la Pastoral Penitenciaria y Hospitalaria, los que asisten a los adictos… También por los candidatos al Diaconado Permanente.

Celebré la Eucaristía con estas intenciones. También aproveché para confesarme. Luego me quedé varias horas delante de la Tumba de San Francisco. Está ubicada en una cripta de tamaño semejante al Atrio de la Catedral, tal vez apenas un poco más larga. Las paredes son de piedra color rosado —el que comúnmente llamamos “rosa viejo”—; y el techo abovedado, también de piedra un poco más clara, con algunas de color pastel. Se desciende por una escalera angosta y al fondo está la Tumba de piedra dentro de una amplia columna que sirve de base al Altar Mayor del Templo de arriba. En esa parte la Cripta forma un crucero en el cual hay tres pequeñas “Capillas laterales” con bancos que miran hacia el centro. Los peregrinos suelen circular rodeando la Tumba del Santo. De las cuatro esquinas y mirando a Francisco están los restos de sus cuatro Frailes amigos: Fray Rufino, Fray Ángel, Fray Masseo y Fray León. En cada esquina un amigo (como para ponerle título a una canción, ¿no?). En ellos la santidad llevó a la amistad y viceversa. Sueños y anhelos en común. Ayuda mutua. Buscar siempre el bien del otro. Los santos nos muestran la fuerza del Evangelio sin maquillaje: “Miren los lirios del campo” (Mt. 6, 28), “Pidan y se les dará” (Lc.11, 9), “Vengan a mí los que están cansados y abatidos” (Mt. 11, 28), “No se puede servir a Dios y al dinero” (Lc. 16,13)… En la vida de San Francisco y sus seguidores encontramos viva la enseñanza de Jesús.

Conforme pasa el tiempo corremos el riesgo de “suavizar” el mensaje o diluirlo un poco. Los Santos nos estimulan con su ejemplo y nos ayudan a crecer en la fidelidad a Dios.

La vida religiosa se caracteriza por los tres votos: pobreza, obediencia y castidad. Rezo a San Francisco por la fidelidad a los votos de las Comunidades Religiosas. La vivencia de los votos no agota la riqueza de las tres virtudes. Todos los cristianos estamos llamados a vivir la pobreza, la obediencia y la castidad, cada uno según la propia vocación.

Toda la Iglesia está llamada a ser pobre entre los pobres, a ser Buena Noticia para ellos. ¿Qué buenas noticias esperan los pobres? La cercanía de Dios, la justicia, la solidaridad, el trabajo…

Entre los peregrinos noté que había buena proporción —tal vez más de la mitad— de jóvenes y matrimonios con niños pequeños, grupos de amigos.

Unos días antes de viajar a Roma, una señora me dijo: “Tus ojos y tu corazón también son los nuestros”. Por eso les comparto algunas frases que me suscitaron aquellos peregrinos: “Confiar en Dios”, “Ayudame a que yo también sea santo”, “Llorar los pecados”, “Gracias”, “Qué bella es la Fe”.

En silencio, con paso lento, los peregrinos dan la vuelta en torno a los restos del cuerpo a quien se llamó el Loco de Asís o el Trovador de Dios. Tocan la piedra, la besan; algunos hacen lo mismo con el piso…

De a ratos, una brisa tenue trae perfume de flores y aromas de incienso.

A las 16.15 hs. sale el tren de regreso a Roma.

Gualeguay21

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