Represores siglo XXI
Lamentablemente, desde que tenemos uso de razón democrático, en todo momento, la dirigencia reinante, compuesta por hijos del proceso, adoleció de diferentes tipos de vicio. Muchos vicios livianos, otros muy pesados, y algunos que provocan escalofríos de solo pensarlos.
Estos últimos, que muchos considerarían erradicados definitivamente por la llegada de la democracia, sobreviven aún hoy en algunos feudos del interior de nuestro país disfrazados de práctica democrática.
Entre estas prácticas escalofriantes, propias de alguna película del proceso interpretada por Ranni, se destaca la coacción contra el libre pensamiento, o la libre expresión del propio pensamiento, una actividad característica de tiempos ásperos de nuestra sociedad, tiempos donde hablar, pensar o expresarse en el sentido opuesto al establecido se pagaba con la muerte.
Hoy ya no se condena con la muerte, tal vez gracias a la propia evolución del hombre, hoy se condena quitando el trabajo, algo que podría ser un poco más torturante, en especial para un padre o madre de familia numerosa, que el propio submarino o el catre eléctrico.
Una innovadora y pacífica forma de represión ejercida por modernos dirigentes.
Este atentado contra la olla familiar de quienes osen pronunciarse en sentido contrario al pensar de un ser supremo que ostenta temporalmente el poder ya es una costumbre asidua en muchos lugares, y se lleva a cabo sin discriminar si es un músico destacado, un reconocido periodista, una cocinera solidaria, o un integrante de comparsa, solo por mencionar algunos ejemplos.
Para el moderno represor del siglo XXI nada pareciera ser más importante que la imposición del ocurrente capricho del día.
Parece mentira que hoy, pleno año 2012, se pueda exigir la cabeza de alguien de forma tan abierta y desfachatada, poniendo en juego la comida de sus hijos.
Parece mentira que hoy exista gente que estando al mando de ciudades se dedique a explotar arbitrariamente su poder para someter a quienes piensan u opinan en disonancia, llegando al extremo de amenazar, y cumplir, con expropiarle el trabajo.
“Si no me ayuda, si no me acompaña, si no milita para mi, pido su cabeza o lo echo.”
Vergonzoso.
“Si ayuda a otro, si acompaña a otro, si milita para otro, lo dejo sin laburo.”
Denigrante.
“Si no puedo someterlo, sufrirá las consecuencias.”
Indignante.
Hoy por hoy, estas historias brotan con demasiada frecuencia en uno y otro lugar, y son mecánicamente acalladas por el miedo o el dinero.
Hoy por hoy, estos modernos represores imponen sus intereses mezquinos amedrentando y abusando del poder conferido por el mismo pueblo.
Imperdonable.
Ante esta situación, si Ud. detecta este tipo de represión, debería alertar a toda la comunidad y activar los mecanismos jurídicos que los protejan, ya que el perfil de los represores, tanto el de ayer como el de hoy, es el mismo.
Norman Robson para Gualeguay21