Ruta 11: Una historia de desidia y sus consecuencias

En la provincia de Entre Rios, la Ruta 11 tiene un recorrido aproximado de 215 kilómetros, con orientación noroeste, desde su inicio en Gualeguay hasta su finalización en Paraná. Su trazado es estratégico para todos los entrerrianos, ya que es el camino que une la capital provincial con la provincia de Buenos Aires y CABA. A pesar de su importancia, desde su proyecto sufrió las consecuencias de los caprichos, indiferencias y mordiscones de la política y sus asociados.
Allá por los sesentas, el Estado provincial decidió pavimentar un viejo camino de tierra que llegaba a Paraná desde Victoria y Gualeguay. Al prosperar el proyecto, y ser conocido en Gualeguay, la Sociedad Rural local se manifestó en contra de ese trazado, pues los productores ya sabían entonces del comportamiento de las aguas al escurrir desde la zona alta de González Calderón.
Vale recordar que, por aquel entonces, las vías del ferrocarril estaban activas y mantenidas, con sus pasos bien limpios, y no representaban un obstáculo al escurrido. Al dejar de funcionar, el abandono se convirtió en diques.
A pesar de todo lo advertido desde la Rural local, al realizar la obra, y con el fin de abaratar los costos, al proyecto original le sacaron casi una docena de alcantarillas o aliviadores, y le dejaron solo los que aún existen, aunque todos ubicados en las zonas altas, impidiendo un flujo ágil de las aguas.
Tan mal echa estuvo ésta obra que no pasaron muchos años de inaugurada la ruta 11 cuando el agua de las lluvias caídas fueron retenidas por su terraplén y se anegaron muchos vecinos. Fue entonces que, en la desesperación, los inundados rompieron el asfalto de la ruta con picos hasta liberar el agua retenida. Muchos de ellos terminaron presos.
Ahora bien, conforme comenzó el cambio climático, con él aparecieron las grandes lluvias. Así fue que en 2007, durante 4 días, llovieron en Gualeguay entre 600 y 700 milímetros, pero también llovió así tierras arriba, en la zona de Calderón, casi 50 metros más altas que la ciudad cabecera. Al escurrir esa lluvia hacia el suroeste, chocó contra la mencionada ruta 11 y gran parte fue desviada hacia Gualeguay.
Más allá de que a partir de esta situación se realizaron una serie de obras, todas a la vista inútiles, en 2012 se rehízo la Ruta 11, pero, a pesar de ser sabidas las falencias de la misma, y sabidas también las graves consecuencias de estas en la población de Gualeguay, se dejaron las alcantarillas tal como estaban.
Desde entonces, cada vez que la lluvia caída complica a los vecinos, se escuchan algunos reclamos, pero nunca fueron atendidos. Ni siquiera se aprovecharon los tres años de sequía para aprovechar para hacer alguna obra o, aunque sea, para limpiar los zanjones. No solo no lo hicieron, sino que mintieron alevósamente diciendo que lo habían hecho.
Así fue que llegamos a este 2024, cuando llovieron solo 500 y volvió a pasar lo mismo. La ruta 11 volvió a desviar el agua hacia el sector de la terminal y la rotonda norte, poniendo en crisis a cientos de familias.
Tal vez es por esta historia de desidia, y las consecuencias sufridas por muchísimas familias, que cuando uno ve entre los que hoy “estudian” soluciones a los responsables directos de ésta situación, lo invade la indignación, la impotencia, y la angustia. Ni hablar cuando escucha sobre hacer un nuevo canal.
Norman Robson para Gualeguay21