19 septiembre, 2024 6:57 pm
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Un oficial de policía fue lesionado gravemente


Bien sabido es que la realidad social que nos toca vivir cada día va demostrando insistentemente signos preocupantes de una inusitada violencia que se ejerce entre las personas, ya sea para cometer un desorden en la vía pública, por perpetrar un delito o por dirimir cuestiones vánales que en la mayoría de los casos no deberían revestir gravedad.

Pero estas cuestiones han llegado a ser desencadenantes de hechos de sangre que terminan hasta con pérdida de vidas humanas, resultando por ende casos judiciales totalmente impensados e inentendibles para la razón de una persona que sabe convivir sanamente en nuestra comunidad, al respetar las reglas de buenas y honradas costumbres de un coterráneo de bien, seguramente esto sucederá por factores de índole social. Como se suele hacer referencia en las crónicas policiales, todas estas cuestiones se tornan de mayor gravedad cuando hay ingesta de alcohol, drogas o se vive rodeado de una marginalidad que a corto, mediano o largo plazo tiene un destino reñido con la ley.
Si bien el personal policial, está habituado de alguna manera a encontrarse con gente agresiva, hasta exaltada por diversos tipo de estados de ánimo, teniendo que soportar de parte de estos inadaptados sociales, todo tipo de insultos e improperios en contra de la investidura policial, por ello institucionalmente es de gran preocupación el avance de la violencia humana, no solo en los hechos que se suceden, sino en contra de las fuerzas de seguridad, que en cumplimiento de su noble labor muchas veces salen lesionados salvaje e injustamente y solo por el hecho de estar brindando sus servicios para el bien de la ciudadanía.
Esta introducción no es vana, ya que de gran gravedad fue el cobarde ataque que sufrió nuevamente un miembro de nuestra familia policial, recayendo esta vez el embate en la persona del Oficial José Alberto Avalo, recordando que no hace mucho tiempo atrás la misma mala experiencia sufrió el actual Jefe de Comisaría Primera Oficial Principal Marcelo Galarza.
Todo se origina  cuando estando en dependencia,  el oficial sumariante de Comisaría Segunda, se hace presente en forma espontánea una pareja, manifestando una de ellas haber sido víctima de un ilícito al momento de transitar en forma peatonal por la continuación de Calle Urquiza, más precisamente frente al edificio del CIC, cuando es sorprendida  por un masculino que de manera violenta se apodera de sus efectos personales. Ya con las actuaciones judiciales en trámite, bajo las ordenes del Agente fiscal en turno, se comienza con las tareas investigativas, teniendo en cuenta que había fundadas sospechas del posible autor, de por sí muy conocido en el ámbito policíaco.
El paso de las horas permitió que se acumularan los indicios necesarios para conseguir la habilitación judicial necesaria que permitiera allanar la vivienda del sospechoso. Así que con orden de allanamiento en mano, -Oficio Nº 67/14 (JPE) proveniente del Juzgado de Transición y Garantías Nº 2, siendo las 15 horas, móvil J.P. 1066, a cargo de la Oficial Johana Otero, junto al Cabo Martín Bustamante y Sargento 1º José Frías, todos numerarios de Comisaría Segunda, en conjunto con el móvil S 560, a cargo del Oficial Inspector José Avalo y el Cabo Adrián Frare, miembros de la División Investigaciones,  llegan hasta una precaria vivienda ubicada en el Barrio San Roque,  emplazada sobre las Vías del Ex Ferrocarril.
En el lugar de entrada los funcionarios son recibidos poco amablemente por Claudio y Soledad, quienes se encontraban junto sus hijos menores de edad -entre ellos el supuesto indicado como autor del ilícito-, a quienes de manera correcta la Oficial femenina Otero, les informa el porqué de su presencia en el lugar, exhibiendo la requisa domiciliaria judicial, pero antes de poder explicarles de que se trataba, y seguramente obedeciendo a sus ligeras costumbres de vida, fue que comenzaron a increpar al personal policial, en un principio con agravios verbales  para pasar a ser fuertes empujones, negándose  en todo momento a permitir el ingreso a la vivienda y realizar el mandamiento judicial, aduciendo que el sospechoso no vivía ahí a pesar de estar presente. Situación que con el correr de los minutos se iba tornando más violenta ya que en un determinado momento intentaron extralimitarse físicamente con la funcionaria policial presente, llegando a amedrentarla mediante el contacto físico -la agarraron de los cabellos- hasta golpearla en su rostro entre la madre del menor y una de sus hijas, no conforme con esto, se sumaron el padre y el propio menor, los cuales arremetieron violentamente contra el resto de los hombres que imparten el orden, armándose de repente un forcejeo entre todos;  rispidez física que de repente paso a ser un violento ataque a golpes de puño entre el padre y su hijo en contra de la funcionaria, aprovechándose de su inferioridad  lógica, lo que ameritó que el Oficial masculino Avalo, se solidarice con su compañera, tratando de alejar a estos inadaptados sociales que la estaban agrediendo, cuando de repente fiel a sus sucias costumbres Claudio,  el ex jefe de familia ya que no vive más allí, aquel que se supone que debe ser un ejemplo para sus hijos, golpeó con un palo de hierro de aproximadamente 1,50 metros de largo, en el rostro al Oficial Avalo, provocándole una gran herida sangrante en la boca, incluso  la perdida de piezas dentarias, dejando su dentadura muy comprometida, quién cayó al piso, quedando tendido totalmente desvanecido, momento en el cual este energúmeno, lejos de calmar su sed de furia al ver el ataque que había provocado, intento a pesar de estar indefenso volver a golpearlo en el suelo, alzando dicho elemento contundente, pero gracias al rápido accionar del Cabo Bustamante no pudo concretar, ya que estaba próximo a la escena de lucha, percatándose de la situación a tiempo,  efectuándole un disparo con la escopeta reglamentaria con munición anti tumulto –que es una munición de posta de goma totalmente disuasiva-, a los fines de evitar una lesión en su superior mucho más grave de la ya provocada, lógicamente protegiendo la integridad física del abatido colega, que estaba caído totalmente desmayado.
Ante la urgencia del suceso la prioridad pasó a ser el herido oficial, con su pronto traslado hacia el Hospital San Antonio para su urgente atención médica, momento en el cual el menor quien era el que había dado origen a toda esta horda de violencia, tomo el mismo fierro que estaba en el piso y que su padre había usado para atacar al oficial, para lanzarlo sobre el patrullero, rompiendo el parabrisas y el espejo retrovisor izquierdo de la camioneta J.P. 1066, que estaba saliendo marcha atrás, cubriendo precisamente la retirada del móvil de Investigaciones que transportaba al policía lesionado, para inmediatamente darse a la fuga.
Con el funcionario a salvo de estos salvajes, ingresó al hospital recibiendo la atención sanitaria necesaria, para la comisión policial volver al domicilio allanado, en busca de semejante atropello, pero esta vez con la presencia del propio Fiscal Dr. Guercovich, quién ya había dispuesto la detención inmediata de la pareja, pero se encontraron con que en la finca solo estaban los hijos menores de edad, por cuanto la endemoniados padres se dirigieron también al nosocomio local, dado que el retobado masculino tenía marcas del escopetazo policial, lugar donde se hizo uso de la ley impuesta  por el Ministerio Público Fiscal, ya que incluso en dicho establecimiento de salud, donde también deberían guardar respeto, se encontraban protagonizando nuevos disturbios molestos por la presencia policial que estaban en la vigilia de conocer el estado de salud de su compañero de armas, situación que fue controlada por el Grupo Especial de Infantería y de Comisaría Primera.
Una vez trasladados a esta dependencia policial en calidad de detenidos, ambos fueron correctamente identificados, pero la irascible Alejandra fue puesta en libertad a las pocas horas por orden judicial al tener hijos menores a cargo; mientras que el pendenciero César, quedó alojado en uno de los calabozos de la alcaidía a disposición de la Justicia.
Cabe señalar que el valiente Oficial Avalo, se está reponiendo de las heridas bucales recibidas, que le valió varios puntos de sutura en sus labios superior e inferior, con una atención especializada de un odontólogo, ya que perdió piezas dentarias, debiendo cumplir un tratamiento estricto debido a que gran parte de su dentadura quedo en riesgo, ya que se los aflojaron sus varios de sus dientes.-
Posteriormente, por disposición de las autoridades de tribunales, se resolvió su traslado hacia la Unidad Penal N° 5 de la vecina localidad de Victoria,  donde permanecerá alojado por espacio de 30 días,  donde seguramente tendrá tiempo de reflexionar acerca de su vergonzoso y temerario accionar.-
Jefatura Departamental Gualeguay

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