Una postal de aquella mística perdida
La noche gualeya tiene sus sorpresas. Especialmente, si por una de esas casualidades, te salís de la rutinaria vuelta del perro, lejos del lugar común del gentío común.
Quienes se atreven a herrar en la noche vernácula pueden recalar en recónditos y exclusivos reductos. Todo depende del guía y de la suerte.
Y en la noche de anoche un amigo le pasó el dato al cronista, Peña en Luz y Fuerza, y éste lo incorporó rápidamente a su agenda.
Era tentador, la Peña supo ser un símbolo de encuentro, de debate, Luz y Fuerza supo ser un símbolo de lucha gremial. Ambos, hoy juntos, tenían color a rescate.
Una Peña en Luz y Fuerza era todo un desafío.
Luego de recorrer el clásico espinel de tugurios típicamente incorporados a un circuito tradicional, el cronista aterrizó allá por Rivadavia al 400, en la sede del Sindicato de Luz y Fuerza.
La pizarra en la vereda mostraba un título que podía hacer inferir, desde el vamos, la mística de la propuesta. “Peña Nunka Menos” auguraba, por lo menos, un pensamiento común entre los parroquianos.
La retina del cronista tardó segundos en adaptarse, hasta que dimensionó el lugar. Salón completo a media luz, grandes grupos de amigos, escenario con músicos, cantina al fondo y el venerado matrimonio dando la bienvenida desde una bandera en el fondo del escenario.
Era un espacio íntimo de catarsis previa a la contienda electoral.
La gurisada militante recibió al cronista haciendo de anfitriona desde la entrada hasta la cantina en una ejemplar muestra de apasionada cordialidad.
Las guitarras y los cantos se fundían en risas y anécdotas…
El disfrute solo se interrumpía por un abrazo amigo…
Mientras en el escenario desfilaban los artistas, en el salón desfilaban cervezas, fernets, y hambuerguesas…
Daba para la música, daba para la charla, daba para un apasionado compartir…
Y el cronista se sumó al encuentro…
De eso se trataba le confió su amiga la militante, de un espacio para compartir y juntar unos pesos para hacer lo que ellos quieren hacer… militar.
Militar con soluciones para el barrio… para la gente.
Una militancia de un color definido, de una forma de pensar definida, pero que más allá de todo eso, más allá del consenso o del disenso, es un ejemplo de militancia, es un ejemplo de juventud, esa juventud y esa militancia que muchos de nosotros no pudimos tener.
La noche se prestaba para hacerla larga, y el cronista, ya alejado del mundanal ruido, optó por retirarse a sus cuarteles.
Pero se llevó algo consigo, algo que guardó con recelo bien dentro suyo. Era un trozo de esa mística que lo hizo sentir que un futuro mejor es posible, que aquella genuina mística militante de otrora puede estar renaciendo.
Norman Robson para Gualeguay21