26 marzo, 2025 10:48 am
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Lo que deja el inédito asalto al Iosper

Iosper

Finalmente, tal como la crónica de una muerte anunciada, ayer por la mañana, el Gobernador Rogelio Frigerio decretó la intervención del Instituto de Obras Sociales de la Provincia de Entre Ríos, Iosper, y, al frente de la tropa de asalto, designó a un amigo de Buenos Aires. Fue sorpresivo pero no inesperado. Se sabía que para él significaba un botín político importante y que, tarde o temprano, consumaría su pretensión. Pero el misterio, hoy, es ponderar y comprender lo ocurrido en toda su dimensión política y social. En otras palabras: ¿Y ahora qué? Lo más importante es la prestación a los beneficiarios, y nada de lo ocurrido parece indicar que eso haya sido tomado en cuenta.

En Gualeguay, desde casi siempre, escuché a los estatales afiliados al Iosper despotricar contra esa obra social, y, en particular, contra el gualeyo Fernando Cañete, tres veces elegido presidente del Directorio de la entidad por ellos mismos o sus representantes. Como que olvidaban que se trata de una organización cuyo directorio está, o estaba, íntegramente conformado por representantes votados por los propios beneficiarios. Ahora bien, para evaluar la situación actual vale recordar la historia de la obra social, su envergadura, lo que significa administrar ese monstruo, y porqué la intervino Frigerio.

Repasemos.

El Iosper se fundó en mayo de 1973 y hasta los años ’90 su gestión dependió del Poder Ejecutivo, el que establecía presupuesto y autoridades. En 1995, en tiempos de Moine, se intentó cambiar el sistema con la participación de los afiliados, pero no prosperó. En 1997, con Busti, se estableció por decreto la trasferencia de la administración del Iosper a sus beneficiarios, lo que se concretó en 1998. Así fue que la gestión de la obra social quedó a cargo de un directorio conformado por siete miembros que representan a los trabajadores activos y pasivos del Estado, elegidos por el voto directo de los afiliados.

Desde entonces, a pesar del sinnúmero de crisis que atravesó el país, y otras tantas la provincia, la entidad construyó el Cemener, en Oro Verde, uno de los más modernos del país, sobrevivió a la pandemia, y siguió funcionando. También supo lidiar con clínicas y hospitales, con los profesionales, con farmacias y droguerías, por un lado, y, por el otro, con el universo de los beneficiarios representados por siete gremios, cada uno con su perfil particular, y siguió funcionando.

Un monstruo con 300 mil afiliados distribuidos en los 17 departamentos. Todos trabajadores de la Salud, de la Educación, de la Justicia, de la Policía, Administración Pública, Municipales, y sus familias. Un enorme aparato que, en el fragor de la gestión, segursmente no ha logrado satisfacer a muchos, tanto como lo ha hecho cualquier otra entidad del tipo. De ese modo, el servicio puede estar lejos de ser bueno, pero son los propios beneficiarios quienes deberían haber arbitrado, a través de sus gremios, las transformaciones necesarias. La democracia estatutaria de la entidad así lo establece y permite.

Ajora bien, cuando Frigerio llegó a la Gobernación, se encontró con este monstruo en manos de un grupo de gremialistas peronistas, y, lo que fue peor, descubrió que se trataba de una organización legítimamente democrática, y sin mucho que reprocharle. Tal es así que tardó un año en “descubrir” las excusas necesarias para justificar la intervención. Finalmente, luego de agotar todas las presiones y operaciones de desgaste necesarias, decretó la intervención.

Hoy ya designó al frente de ésta a un amigo de Buenos Aires, a quien tal vez le alquilaremos un departamento y le daremos un auto oficial, a la vez que ya cargó contra el directorio con un sinfín de irregularidades que los entrerrianos nunca sabrán, a ciencia cierta, si son ciertas.

Ahora bien, liberado el Iosper de la “casta gremial peronista”, seguro seguirán su camino todos aquellos que respondían a ésta, y el populismo frigerista coptará la central y sus agencias. Luego de repartidos los cargos en Paraná y en cada cabecera, se empezarán a ver los resultados. Veremos cómo liderará la nueva gestión los millonarios negocios con las farmacias y los laboratorios, cómo negociará con las prestadoras y los profesionales, y cómo responderá a las necesidades de los beneficiarios.

No va a pasar mucho tiempo, estos monstruos responden rápido, tanto a los aciertos como a los desaciertos, y son contundentes. Ojalá que responda a los primeros y que los beneficiarios puedan recibir sus prestaciones.

Por último, lo más extraño de todo esto es que Frigerio nunca se haya preguntado porqué ni Bordet, ni Urribarri, se metieron con el Iosper. Tal vez pueda ser que sabían que así se arriesgaban a un escandaloso fracaso, y a perder 300 mil votos. Pero claro, aquellos no contaban con su astucia.

Norman Robson para Gualeguay21

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