Se quejan por un liviano accionar de la policía
A partir de la investigación de los robos sufridos por vecinos de Estación Lazo, y allanamientos realizados en tal sentido, vecinos manifestaron su indignación y preocupación por la liviandad con que fueron realizados los mismos.
De acuerdo a los relatos escuchados, se estarían librando allanamientos con mucha celeridad pero sin una adecuada investigación que los avale.
Sin lugar a dudas, ser víctima de la inseguridad, seguramente, es muy traumático, ahora bien, ser víctima de injustas diligencias también lo es.
Según lo que se desprende de lo informado por la Policía, la pasada Noche Buena, cuatro viviendas de familias residentes en la zona de Lazo fueron víctimas de robo mientras sus ocupantes estaban celebrando fuera de ellas.
En este sentido, y como corresponde, interviene la Policía y lleva adelante las correspondientes investigaciones, indagando quienes andaban por la zona esa noche.
De este modo, según se supo, surgen los primeros nombres, los cuales de inmediato fueron asumidos como sospechosos.
Uno de estos, fue un joven que fue visto manejando una moto en la estación de servicio y que, según los datos, iba apurado.
Tomada debida nota sobre el nombre y apellido del ya sospechoso, se procede a averiguar dónde vive, para, rápidamente, obtener la orden de allanamiento de la Justicia y proceden.
En base a los relatos recibidos, siendo las cuatro de la madrugada del 29 de diciembre, en una casita precaria de la zona rural, paredes asentadas en barro, chapas de zinc y viejas puertas de madera con pasadores, Ester, con sus casi 80 años, dormía profundamente luego de un traumático día. El día anterior se había cumplido un año de la muerte de su esposo. Cerca suyo, en otra cama, su hijo, de 55 años, discapacitado motriz, también dormía.
De acuerdo a lo que relataron, repentinamente, unos fuertes golpes, y unos vidrios que explotan, despiertan abruptamente a Doña Ester, ruidos que parecían provenir de la piecita de adelante, donde hace tiempo funcionaba un bar. Ella, asustada, se quedó inmóvil, atenta a nuevo ruidos.
Ante nuevos golpes y ruidos de muebles, pero esa vez en la cocina, la abuela decidió despertarlo a su hijo, cuando, inesperadamente, alguien prendió la luz y un grupo de hombres, armas en mano, habían invadido la intimidad de su habitación ordenando, a los gritos, que se tiraran al piso.
Doña Ester, casi en un llanto de terror por pensar que eran ladrones, intentaba explicar que no podían, ella por la edad y su hijo por la discapacidad.
Pasados esos instantes iniciales, los dueños de casa se anotician de que son policías y que están haciendo un allanamiento, buscando a su nieto. Interrogada sobre donde estaba el joven, Doña Ester relata que él hace meses que no vive ahí, ya que había conseguido trabajo una granja de pollos.
Luego de las disculpas del caso, ambos son conminados a firmar el papeleo del caso, a pesar de que ella no sabe leer ni escribir, su hijo, apenas, y ninguno de los dos entendía de qué se trataba todo.
Obtenidas las firmas, el personal policial se retiró del lugar, dejando tras ellos dos mayores muy asustados y varios daños.
Por último, se supo que, efectivamente, el nieto de Doña Ester había pasado por la estación de servicio en Noche Buena, y también había cargado nafta. Salía de la granja donde trabaja para llegar rápido a Gualeguay, donde iba a celebrar con la familia de su novia.
Ante esta situación, y el impacto que tuvo la medida en estos inocentes personas, vecinos y familiares reclamaron más prudencia y responsabilidad por parte de la policía a la hora de investigar, ya que si hubiesen preguntado un poco más en la zona se hubiese evitado este traumático mal rato.
Gualeguay21